Cartas de los lectores.

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Martes 31 de mayo de 2011

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Carta abierta al PSOE

CECILIO NIETO

Desde la posición de simple ciudadano, aficionado a saber qué pasa, a entenderlo y a expresarlo, y sin ser experto en casi nada, como la mayoría de nosotros, quisiera enviar esta carta al partido político socialista, especialmente vapuleado en estas elecciones pasadas. Me imagino el azacaneo que llevan ustedes para decidir qué hacer frente al descalabro electoral, no el que han tenido, sino el que se avecina. Los imagino inquietos y jadeantes por el estéril esfuerzo que supone el dilema entre obedecer a los de arriba y decidir democráticamente desde las bases, para al fin no saber a qué atenerse. Desde muchos púlpitos se les pide y exige el pensar en una refundación del partido, repensar su esencia como socialistas, revisar a fondo lo que es el mismo socialismo, calcular si su doctrina, que daba soluciones a problemas de antaño, sigue dándolas con utilidad a los problemas de hoy, que son muy otros evidentemente. Esa exigencia es lógica si nos atenemos a las vacilaciones y a los cambios de estrategia que ha hecho Zapatero (el presidente más socialista que hayamos tenido) para hacer frente a tales problemas. Por ejemplo, afirmar que bajar los impuestos es de izquierdas y subirlos también, solo responde a un estado de perplejidad y de indefinición teórica, no a otra cosa como ha pretendido hacernos ver (con éxito, por cierto) la derecha. Otro ejemplo, pensar que los impuestos han de ser progresivos (más a los ricos que a los pobres) y hacer pagar a los pobres los desafueros económicos de los ricos y su afán depredador (recordemos que todas las empresas del Ibex -excepto tres- han continuado, en plena crisis, teniendo beneficios, de los cuales los más importantes, pero no los únicos, han sido los bancos) no es precisamente hacer una política socialista. Otro más: ¿gasto público o privatización de servicios? No sabe, no contesta. Podríamos poner muchos casos más, claro.

Tal vez el presidente represente la duda de qué es el socialismo; porque vivir rodeado de una política depredadora y egoísta como la neoliberal, así como estar asediado por políticos neoliberales de derechas, fieles defensores del sistema, no propicia ni mucho ni poco aplicar ningún tipo de políticas sociales. A partir de esa situación, empiezan los problemas: Intervenir en el mercado está bien, pero ahogar a las pequeñas y medianas empresas por el exceso de intervencionismo, las lleva al cierre. Tampoco se puede agobiar a las empresas más potentes: se deslocalizan y nos empobrecen a todos un poco más cada vez. De nuevo aparece el fantasma de los impuestos y su amenaza al Estado de Bienestar, algo que en pequeñas dosis va desapareciendo de nuestros países, silenciosamente y sin armar escándalo alguno.

Me ha sorprendido ver el aumento de compañías privadas de seguros médicos cuando aún poseemos una potente seguridad social pública. Pero ahí está la estrategia de la derecha: la guerra se gana con batallas, si son silenciosas, mejor. Y en eso estamos. Poco a poco nos van privatizando servicios y nos van socavando el Estado de Bienestar, silenciosamente, arteramente. Mientras, los socialistas estáis en el limbo de la indefinición, malviviendo de las rentas del pasado. Y ya habéis visto. Cuando los que nos gobiernan no saben a qué atenerse (aquí y en toda Europa, por desgracia), los gobernados los echan a la calle porque no quieren hundirse con ellos. Lo peor del caso es que, en vez de pensar inteligentemente, habéis hecho una masacre con la "vieja guardia", sustituyéndola por la juventud, así a pelo, sin más explicaciones, sin estrategia sustitutoria alguna, como si el ser joven fuera garantía de otra cosa que la de tener menos edad. De ese modo, lo habéis hecho todo al revés; los más sólidos han sido apartados; los más inexpertos, ensalzados. Y ya se sabe: si un ciego, guía a otro ciego, ambos caen en el hoyo. Y ahora estamos como los del cuento: si son galgos o podencos, si primarias o congreso; pero no se dice para qué. Os tenéis que arremangar y pensar con la cabeza, para ir al fondo de las cuestiones. Y recordad lo que os han dicho en las urnas: sin la izquierda no se debe vivir, pero con esta izquierda no se puede vivir. Pues, ¡hala! A ponerse las pilas.

¿Podemos tener confianza en vosotros? ¿Sabréis elegir a los mejores? ¿Seréis capaces de poner al día al Socialismo?

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