Mª Ángeles Sierra.
No creo que haya ganado la aprobación a la corrupción, ni la derecha, ni que toda la culpa de lo sucedido deba de ser atribuida al cadáver político que representa la figura de Zapatero. El resultado electoral aunque doloroso, ha venido a significar la expresión de la aplicación del sentido común de un pueblo, electoralmente secuestrado porque partimos de que no son todo lo justas que deberían ser las reglas del juego.
Ha perdido un partido socialista que hace tiempo perdió su ideario y se olvidó de la importancia de dejar por encima de todo visibles y hacer posibles sus supuestos valores éticos, por lo que les ha tocado en esta ocasión, ser víctimas de la perversa Ley D’hont, que ellos mismos aun sabiendo que no es justa y que hasta aquí les ha venido satisfaciendo, les ha terminado comiendo.
La lucha era entre tiranía (PP) y traición (PSOE) y ha ganado la tiranía quizás porque la tiranía se combate con lucha y con argumentos; las mismas luchas y los mismos argumentos que habrán de venir y que ya están a pie de plaza en muchas ciudades y pueblos
Sinceramente creo que estas elecciones las ha ganado con un resultado doloroso, la mayoría de un pueblo que empieza a despertar de su letargo y al que no le queda más remedio conforme a la perversa legislación vigente electoral que permitir dejar en manos de la derecha la gestión municipal y autonómica pero no de forma mayoritaria. Si sumamos los votos blancos, nulos, dispersos y abstenciones que nos hemos visto forzados a emitir la mayoría de ciudadanos, la arrolladora supremacía del Partido Popular queda mucho más que en entredicho.
El aplastante triunfo de Bildu, al que se quiso cortar el vuelo como producto de la amalgama de esa tiranía y esa traición que está significando para la mayoría ciudadana, el ya carcomido bipartidismo, me lleva a pensar también que es el pueblo instrumentalizado y secuestrado, el que esta vez y por primera, ha ganado las elecciones.
PP y PSOE, al unísono tienen una misma asignatura pendiente, la de demostrar al pueblo, si realmente son como dicen ser demócratas y que es el pueblo al que dicen representar y hasta ahora no representan, lo que más les importa. Y para ello, tendrán que hacer además de un profundísimo análisis de sus actuaciones, una profunda limpieza entre todas sus fuerzas serviles tapadera, como son, partiendo de su propia militancia, los propios medios de comunicación, los movimientos sindicales oficiales y como no todo ese movimiento asociativo que forma parte de su entramado democrático ficticio, que hasta el momento no viene dando respuesta a nadie.
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