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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







maito:%20msierrahoyos@gmail.com







































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martes, mayo 31, 2011

Casos y cosas

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26 del 05 de 2011


   ALICANTE, 26 

   El presidente de la Diputación Provincial de Alicante, Joaquín  Ripoll, ha asegurado que "las especulaciones" sobre si revalidará su  cargo o no al frente de la institución provincial le "acompañan" más de  lo que le "gustaría", pero "al final", ocurrirá "lo que tiene que  ocurrir" y será "presidente".

   Tras una rueda de prensa en la que Joaquín Ripoll y el presidente de  la Asamblea Provincial de Cruz Roja, Emilio Bascuñana, han firmado un  convenio de colaboración, los periodistas han preguntado al presidente  de la Diputación sobre las especulaciones acerca de los posibles  candidatos a presidir la institución.

   "Por suerte o por desgracia, las especulaciones me acompañan  últimamente más de lo que a mi me gustaría, pero al final ocurre lo que  tiene que ocurrir y seré presidente de la Diputación, como estaba  previsto y como se acordó en su momento" ha señalado Ripoll.

   "Estas especulaciones ocurren en todos los partidos", ha continuado  Ripoll, quien ha destacado que estas situaciones entran "dentro del  juego político".

   Además, el presidente de la Diputación ha indicado que de cara al  próximo mandato en la institución, creará un equipo "con un componente  de renovación y otro de experiencia", algo que es "fundamental para que  funcionen las instituciones".

RENOVAR LOS CHIRINGUITOS

   Por otro lado, preguntado por los medios sobre el número de banderas  azules conseguidas por las playas de la provincia de Alicante, Ripoll ha  señalado que "hay que trabajar para mantenerlas" y para "mejorar sus  servicios".

   Para el presidente de la Diputación, "la política de chiringuitos se  ha hecho de manera equivocada" puesto que, en lugar de "eliminarlos", se  tendrían que haber "modernizado, porque son muy solicitados por los  bañistas".

   Por su parte, Emilio Bascuñana ha solicitado "criterios unificados"  para todo aquel que preste servicios de vigilancia y asistencia  sanitaria en las playas. "Cruz Roja está muy interesada en que se  intenten unificar líneas estratégicas y formas de trabajar" a la hora de  prestar servicios en las playas, para garantizar "la calidad" del  trabajo que se realiza.

E.P.


REFORMAS CON LA BOCA PEQUEÑA


06 del 05 de 2011

No hay nada más peligroso que meterse en  reformas, porque verse obligado a cambiar un pomo conduce a plantearse  si no ha llegado el momento de sustituir la puerta y eso encadena otra  duda perturbadora: la conveniencia de aprovechar la oportunidad para  variar su ubicación de forma que deje más espacio al sofá. Y, una vez  entrados en obras, quién puede resistirse a hacer un nuevo reparto de la  casa, más racional o más moderno... Al final, el pomo se queda como  estaba para evitar males mayores.

Con las reformas  emprendidas en España ocurre algo parecido. Una vez que hemos entrado  hasta el hueso en las pensiones, en los despidos y en el rediseño del  sistema financiero, aparentemente, es la oportunidad para seguir con el  resto que, por otra parte, parecen más fáciles puesto que sólo afectan a  colectivos muy concretos. Sin embargo, en nuestro país esas cosas son  las difíciles. Si alguien propone suprimir la burocracia en genérico,  recibe la aprobación unánime, pero cuando explicita a qué se refiere, se  encuentra con harina de otro costal. No sólo se le sublevan los  afectados sino que desaparece el respaldo de quienes debían ser los  beneficiarios. Ha ocurrido con la supresión de muchos de los  certificados que emitían los colegios profesionales y que no tenían otro  objeto que el recaudatorio, con el sometimiento de los laboratorios  farmacéuticos a un pacto de precios o al liberalizar la afiliación a las  cámaras de comercio.

Cuando el Partido Popular exige reformas, aparentemente se refiere a  este tipo de cambios, pero es sintomático que no las explicite, para que  sepamos si son estas u otras, ni las respalde con su voto en el  Parlamento, lo que indica que no se siente cómodo al cambiar ese estatus  quo. Lo mismo ocurre con las patronales. Mientras la pelota de la  reforma ha estado en el tejado de los sindicatos (las condiciones  laborales o las pensiones) han sido vehementes, pero miran para otro  lado cuando aparece el informe Bolkestein según el cual en España hacen  falta ocho años de promedio para abrir una gasolinera, lo que en la  práctica impide la libre competencia en el sector. O cuando se legisla  en favor del comercio minorista, poniendo trabas a las grandes  superficies o cuando se admite que las eléctricas puedan renovar a coste  cero las concesiones vencidas de las centrales hidroeléctricas, cuya  propiedad debiera haber pasado al Estado. Y, lo que es peor, cuando  admiten que esas presas puedan seguir vendiendo los kilovatios al precio  de las centrales más costosas después de estar amortizadas y cuando su  coste es prácticamente cero.

¿Por qué el Gobierno no entra en estas reformas, aparentemente más  sencillas, o liberaliza la instalación de farmacias? ¿Por qué no las  exigen las patronales, dado que el colectivo de empresarios sería uno de  los más beneficiados? ¿Cuál es la posición del PP al respecto y por qué  no la manifiesta? Sencillamente, porque hay intereses muy fuertes de  las eléctricas, de las petroleras instaladas o de los farmacéuticos.  Ninguno de ellos quiere más competencia, no nos engañemos, y tienen la  suficiente fuerza como para impedir estas reformas. Al final, va a  resultar que los sindicatos son los más proclives a ceder, quizá porque  sobre ellos se centra la presión de la opinión pública, a través de los  medios de comunicación, unos medios que son directamente o  indirectamente controlados por los que no están dispuestos a admitir las  reformas en lo suyo. Esa es la paradoja de un país donde la  productividad no despega y donde los culpables oficiales son unos y los  que se escaquean de cualquier reforma son otros.

Afortunadamente, estan cambiando algunas cosas. El Estado le ha fijado  los precios a los laboratorios farmacéuticos, que parecían gigantes en  lugar de molinos, y hemos sabido, a través de Wikileaks, que incluso el  Gobierno norteamericano trató de impedir esa decisión. Pero quedan  muchos más sectores a los que hincar el diente. Lo desmoralizador es que  quienes piden reformas con la boca grande luego tratan de impedirlas  con la boca pequeña, saliendo en defensa de cada colectivo afectado.  Entonces, ¿de qué reforma estamos hablando?




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