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Cuando todo parecía que volviese a la normalidad, de nuevo surge la intención privatizadora y todo está previsto a que en los finales del verano,cuando todo el personal está finalizando sus vacaciones, con alevosía se intentará de nuevo la privatización sanitaria en condiciones propicias para concedérselo a unos amigotes que situarán a la población muy lejos de su concurso, lo que nos hace pensar en un otoño muy calentito.
Nuevamente la injerencia de Rouco Varela amenaza con una desestabilización del panorama político de España, a lo que responde el PSOE con unas acciones que quedan muy lejos de las pretensiones del clero que incide sobre la reforma de la ley del aborto que ahora quiere modificar el PP, lo que evidencia el manejo episcopal en toda la vida política estatal, lo cual no deja de ser nada permisiva esta intentona.
Si la situación anterior resulta una auténtica injerencia sobre los asuntos de estado, no menos se queda la que ejerce gran parte de la patronal de la banca quien busca lo propio en un gobierno que ràpidamente se pliega ante las peticiones de estos avariciosos, haciendo posible una nueva vuelta de tuerca al pueblo español. Todas estas incursiones tanto en el ámbito bancario como en el religioso y a una sola banda, facilitan la posible reforma que hace un tiempo anuncia el ejecutivo, lo cuaal supone un paso atrás en las negociaciones que actualmente se ejercen en favor de los deshauciados.
Otra vez estamos como al comienzo, Luís Bárcenas emplea el sistema disuasorio a la ley, conforme al utilizado por Carlos Fabra que tan buenos resultados le dio y trata de evadirse tras la prescripción de su delito.
Todos estos y otros sinvergüenzas se aprovechan de un ejecutivo que duda en aplicar severamente la ley vigente o como tratar la apremiante situación de unas imputaciones que les ahoga irremediablemente en su propio jugo. Pensamos que entre unos y otros ya resultan demasiados y esa sería la causa de vernos tan desamparados todos los dependientes del estado.
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