«A veces se alarga la estancia un poco para evitar un mal mayor», admite una trabajadora social
La crisis y el retraso en las ayudas aumentan los casos de ancianos «abandonados» en hospitales
Urgencias, la puerta de atrás de la Ley de Dependencia
19 Septiembre 10 - María Ángeles Blanco
«Yo así no me lo llevo». Los trabajadores sociales de centros sanitarios oyen a menudo esta frase de familiares de enfermos.
MADRID- Los problemas derivados de la falta de fondos de la Ley de Dependencia ha convertido los servicios de Urgencias de muchos hospitales en una puerta de atrás para intentar agilizar los interminables trámites legales. Las familias que no pueden hacerse cargo de sus mayores intentan que el hospital les resuelva la papeleta. En concreto, y tal y como asegura Concha Gutiérrez, coordinadora de la Unidad de Trabajo Social del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, «el 53 por ciento de los casos tratados en 2009 eran mayores de 70 años». Y es que si la familia asegura que no puede hacerse cargo de ellos, los trabajadores sociales del hospital se ven obligados a actuar.
«Esta posición es cada vez más habitual y nosotros tratamos de arreglarla de la mejor manera posible. A veces, simplemente, es cuestión de que la familia planifique su tiempo en función de las necesidades del mayor».
«En otros casos –prosigue la especialista– la situación es más compleja. Las familias que se niegan a atender a sus mayores son pocas, pero sí es más común que tengan dificultades para hacerlo. Los problemas que hacen que la familia claudique son económicos o tener a otro familiar enfermo a su cargo. Aquí se intenta pactar la mejor solución. A veces se alarga la estancia un poco para evitar un mal mayor, pero siempre con el objetivo de lograr la vuelta a casa en las mejores condiciones», explica Gutiérrez. Éste no es un ejemplo aislado. Expertos de otros grandes hospitales, como el Ramón y Cajal, también admiten este «mal uso» del ingreso hospitalario.
El Grupo Júbilo, líder en información sobre personas mayores, ha elaborado un informe en el que detalla que incremento del «ingreso no necesario» de los ancianos en los hospitales y hace hincapié en su aumento en la temporada estival: «No existen cifras oficiales y no suele tratarse de forma pública porque genera un sentimiento que podría identificarse como vergüenza colectiva», afirma. «En una sociedad avanzada y amparada por un Estado de Bienestar, parece impensable que alguien pueda abandonar a un familiar durante días para disfrutar de las vacaciones», añade el informe.
Para Isidoro Ruipérez Cantera, jefe del servicio de Geriatría del Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid, «esta realidad va en aumento. La solución pasa por adaptar los hospitales a una población cada vez más envejecida. Igual que hay una planta de Pediatría, la debería haber de Geriatría».
¿Quién se hace responsable?
«Mi padre lleva pagando la seguridad social toda la vida» o «yo así no me lo llevo» son los argumentos más repetidos. Entonces, ¿quién debe hacerse responsable del dependiente? «Aparte de que las instalaciones del hospital no son adecuadas para el anciano porque no dispone de salas comunes –comedor, jardín, salas de actividades–, no es su cometido. Para eso se han diseñado las residencias o centros de día», explica Gutiérrez.
No todos los ancianos pueden acceder a una residencia. ¿Qué hacer entonces? «Con la llegada de la Ley de Dependencia las cosas han ido a peor. Antes podíamos calcular el tiempo de espera. Ahora las soluciones se eternizan».
En su dilatada experiencia (casi 30 años) Gutiérrez ha tratado cientos de casos, algunos especialmente delicados. Como el de una mujer de 102 años que cuidaba de una hija de 78 o el de una millonaria que vivía en una cueva en unas condiciones nada saludables. También ha conocido a hijos que le han dicho «yo hasta que esto no se solucione (refiriéndose a una plaza en una residencia) no me lo llevo». «Hay familiares que se ponen muy chulos. Si esto pasa, se intenta que intervenga la dirección del hospital y si no entran en razón se les pone a disposición judicial por abandono».
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