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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







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martes, agosto 31, 2010

¿Será una premonición de su futuro inmediato?

 

El Plural

TRIBUNA LIBRE

¿Será una premonición de su futuro inmediato?

Francisco Camps llegó a la cena de Teulada dentro de un furgón y con más de un centenar de manifestantes increpándole al grito de "chorizo", "corrupto" y "camps dimisión".


En un intento de pasar lo mas desapercibido posible, Francisco Camps llegó al tradicional acto de inicio del curso político de los populares valencianos dentro de una furgoneta donde también viajaban dos de sus consellers y la alcaldesa Rita Barberá. En la puerta del salón de ceremonias casi doscientos manifestantes recibieron al Molt Honorable President con gritos de "Corruptos, corruptos", "Camps dimisión" o "Esos chorizos que paguen lo que han hecho". No menos efusiva fue la bienvenida que los manifestantes brindaron al presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, quien fue recibido a coro con el vocerío de "Ripoll a la cárcel" en clara alusión a su reciente imputación por el caso Brugal.
La soledad de Camps
A pesar del baño de multitudes con que el PP valenciano quiso arropar a su presidente en la cena de Teulada, la soledad de Francisco Camps quedó de manifiesto con la ausencia de los números uno y dos del partido quedando así confirmada la falta de apoyo que Génova dispensa a quien fuera su barón predilecto en clara antítesis con lo sucedido el verano anterior cuando Mariano Rajoy elogió con pasión y sin mesura a un Camps ya dañado por el escándalo Gürtel y a quien, pese a todo (o tal vez por eso mismo), le brindó su apoyo con unas kamasútricas posturas hasta entonces inéditas en la escena política ("Siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado. Gracias Paco").
De Melilla a Teulada
Hace solo una semana, María Dolores de Cospedal le restó importancia a las visitas que Gonzáles Pons y José maría Aznar hicieron a Melilla al tiempo que se ensañaba con las ausencias de Zapatero, Moratinos y Rubalcaba, un argumento de doble filo que en la cena de Teulada se volvió en contra del PP valenciano cuando fueron precisamente las ausencias de Rajoy y de la propia Cospedal las que revalidaron la soledad de un político herido de muerte tras su imputación por cohecho pasivo impropio (léase soborno) y también por los escándalos de corrupción que ensombrecen su mandato y cuestionan la dignidad de quien tendría que ser, al menos sobre el papel, el más honorable de los valencianos.
Rajoy se muestra cobarde y ambiguo
El día anterior al acto de Teulada Mariano Rajoy mostró su lado más cobarde y ambiguo al afirmar que "en este momento, sólo se trabaja con la hipótesis de que Camps sea el candidato". Una forma sutil y velada de dar el visto bueno a su proclamación como candidato (condicionada, eso sí, a que la responsabilidad judicial del presidente valenciano no fuese “más allá de los trajes”) cuando lo cierto es que aun no se ha atrevido a confirmarla ni tampoco a descartarla.
El miedo le impide a Rajoy definirse en el caso Camps y al parecer no solo por la sustanciosa cuota de votos que el granero valenciano le suministra al PP en cada llamada electoral sino por el alto precio que dichos votos podrían alcanzar como consecuencia de los siete graves delitos que recaen sobre Camps y su Gobierno (detectados por el instructor del caso, el juez Pedreira) y el temor a que la actual cascada de imputaciones revierta en una sentencia condenatoria contra el president de la Generalitat.
Gonzalez Pons, recadero de Rajoy
Como compensación por su ausencia en la cena alicantina de Camps, Mariano Rajoy envió a Esteban González Pons a Teulada con la misión especifica de contentar a los populares valencianos, hacerles creer que la Ejecutiva Nacional del PP estaba presente en su particular fiesta de camisas blancas de marca y rostros bronceados con moreno de yate y, sobre todo, para que se mostrara rotundo al manifestar lo que él no se atreve a decir. Y Pons, que sabe cumplir un encargo, no titubeó al declarar en su encendido discurso-elogio a la gestión de Camps: "Paco, tú eres presidente del PP y de la Generalitat y eres nuestro candidato y el próximo presidente" "Espero que cumplas con tu deber, estoy orgulloso de ti, sigue así" "En este año épico [te deseo] fuerza y honor"
Rajoy apuesta sobre seguro
Enviar a González Pons como mensajero fue una hábil jugada a dos bandas por parte de Mariano Rajoy que, llegado el caso, le permitiría confirmar que Génova estuvo al lado de Camps en Teulada, o bien alegar lo contrario si un dictamen judicial desfavorable perjudicara al partido, una eventualidad ante la que solo tendría que desautorizar lo dicho por González Pons y afirmar que el diputado valenciano actuaba por su cuenta y riesgo mientras el Comité Nacional se negaba a confirmar a Camps como candidato “hasta que no se conociera la sentencia de su imputación”.
Los trajes como punta de un iceberg
Un homenaje como el de Teulada (un desesperado intento para apuntalar a un político a quien muchos consideran ya un cadáver político) invita a cuestionar si la polémica surgida y los ríos de tinta vertidos en relación al escándalo de los trajes no habrá sido mas que una irrelevante nimiedad a la que hemos prestado una excesiva atención siendo que, en el peor de los casos para el líder valenciano, todo se resolvería con una sanción económica que no le inhabilitaría para el desempeño de un cargo público.
Así planteado, el asunto de los trajes de Milano se convierte en un mal menor que beneficia al PP de Camps en tanto que especular si fueron o no pagados por el presidente dificultaría teorizar con otros presuntos delitos de mayor calado consistentes en hipotéticos regalos, mucho mas sustanciosos, que podrían haber generado unas contraprestaciones de dudosa legalidad. Esta conjetura es algo que vox pupuli corrobora al ser contemplada por la opinión pública valenciana como "hechos probados e irrefutables". Dicho en otras palabras: casi todos en Valencia creen que los trajes de Camps no son más que la punta de un iceberg de dimensiones descomunales.
La izquierda valenciana no da la talla
La izquierda valenciana, y sobre todo el PSPV-PSOE (tanto los políticos como su apático electorado), deberían asumir la parte de culpa que les corresponde en la deplorable situación de una Comunidad donde la alternancia de poder no pasa de ser una quimera dentro de un feudo controlado por Camps y sus secuaces. La inoperancia del PSPV-PSOE y el desencanto que crea la ausencia de un líder carismático que ilusione al electorado ha conducido a una serie de fracasos electorales en los que la abstención de castigo que cada cuatro años ejerce un gran sector de los votantes de izquierdas beneficia notablemente a la derecha. Pero este es un tema que merece un análisis mucho mas exhaustivo y al que, en su momento, dedicaré un articulo monográfico.
Una situación difícil de entender
Con todo, la situación política de la Comunidad Valenciana escapa de cualquier lógica a la que se intente aplicar un elemental y simple razonamiento. Sopesemos que en cualquier democracia saludable en la que su presidente y los más altos responsables de dos tercios de sus diputaciones estuvieran imputados por delitos éticamente incompatibles con el desempeño de sus cargos públicos, se presentarían de inmediato las dimisiones oportunas en base a que una dimisión cautelar es un acto de sano ejercicio democrático que confiere la quien la ejerce plena libertad de movimientos para atender su defensa si considera que su honorabilidad ha sido mancillada.
Sin embargo, en la Comunidad Valenciana, donde todo funciona de un modo muy especial, nadie dimite por graves que sean las sospechas que sobre él (ella) recaigan. La desfachatez llega a tal extremo que, por poner solo un ejemplo, Francisco Camps nunca ha reconocido cometer un solo error, ni ha hecho el amago de pedir disculpas o siquiera reflejar en su rostro un atisbo de vergüenza por ser objetivo permanente de críticas y burlas, (muchas de ellas fundadas cuando, de hecho, está imputado) por sus presuntos delitos así como también los de muchos de sus altos cargos.
¿Cómo es posible que absolutamente nadie de entre las dos mil personas que el pasado viernes asistieron a la cena de Teulada fuera capaz de decir: "aquí no hay nada que celebrar hasta que limpiemos el partido y demostremos a todos que en el PP valenciano nos sobra gente honrada al margen de imputaciones tan vergonzosas como las de Camps, Fabra, Ripoll y compañía"?
Sin duda, entre los populares valencianos hay verdaderos políticos limpios, válidos y honrados. Es más, me consta que así es. Pero ¿donde están? ¿y por qué no proclaman en voz alta lo que solo se atreven a decir en petit comité?

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