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COOPERACIÓN | Proyecto de la Fundación Mario Losantos del Campo
Ser niño y discapacitado en Bolivia
Alumnos de la escuela infantil FMLC de La Paz. | FMLC
- Primeros centros en integrar a alumnos discapacitados de manera normalizada
- Existen más de 20.000 niños bolivianos con algún tipo de discapacidad
- Alrededor de un 35% de estos menores no asiste a la escuela
- La Fundación Mario Losantos del Campo trata el problema en su centro infantil
Eva Díaz Riobello* | Madrid
Actualizado jueves 05/08/2010 11:27 horas
El primer día que Joana, de 5 años, llegó al centro infantil 'Fundación Mario Losantos del Campo' (FMLC), sus compañeros de clase se acercaron a ella para saludarla y abrazarla. Fue un gesto muy habitual entre los alumnos de esta escuela de La Paz, pero, al verlo, su madre confesó a las educadoras que la acompañaban: "Es la primera vez que veo a mi hija rodeada de otros niños".
Y es que, como muchos otros pequeños con síndrome de Down, hasta ahora Joana no había podido acceder a una escuela pública, ya que en la capital boliviana apenas existen colegios que admitan a niños con discapacidad en sus aulas. Mientras, los centros de educación especial no superan la media docena y sus precios sólo son accesibles para las familias más acomodadas.
El mismo problema se repite en el resto de Bolivia, que actualmente no cuenta con ningún censo de la población con discapacidad. Sin embargo, según las cifras más optimistas que maneja el Gobierno, existen unos 21.817 niños discapacitados en todo el país, de los cuales cerca de 7.000 no asisten a la escuela. Los motivos son varios: la falta de recursos de los padres, la carencia de profesores cualificados y, en muchos casos, el miedo de las propias familias, que ocultan a sus hijos con problemas por temor a ser discriminados.
Primer paso hacia la integración
Recientemente, las autoridades bolivianas pusieron en marcha la misión Moto Méndez, un programa que tiene como objetivo elaborar un censo oficial de la población discapacitada del país. Mientras tanto, en La Paz han surgido los primeros centros que integran a alumnos discapacitados en las mismas aulas que ¿los niños sin problemas?, en un intento por demostrar que la inclusión de estos pequeños en las escuelas no supone ningún perjuicio para el resto.
Uno de estos centros es la Unidad Educativa Fundación Mario Losantos del Campo, creada en 2009 por esta fundación española, que actualmente acoge a 120 niños de entre 0 y 6 años, de los cuales alrededor del 6% sufre diversos tipos de discapacidad. La idea de apostar por las clases integradas estuvo desde el principio en la mente del padre Edgar Mena, responsable del centro y de los demás proyectos educativos de FMLC en Bolivia.
Entre los primeros alumnos que se beneficiaron del centro FMLC se encuentra Alejandro, diagnosticado con síndrome de Down al nacer. Hijo de una pareja de costureros, cuando cumplió 5 años, sus padres intentaron matricularlo en una escuela pública, pero pronto vieron cómo los trámites de inscripción se alargaban de manera injustificada. Finalmente, la dirección del colegio les comunicó que no tenían posibilidades de atender a su hijo, ¿ya que su trastorno sería "un problema" para el resto de su clase?.
"Ahora mismo en La Paz hay muy pocos centros especializados en niños con discapacidad, y sólo son accesibles para la gente con dinero, de modo que no existen alternativas para los alumnos pobres", explica Edgar Mena. El centro FMLC, situado en el barrio de El Tejar -uno de los más deprimidos de La Paz-, ofrece a las familias sin recursos un lugar seguro donde dejar a sus hijos pequeños mientras trabajan. Allí reciben clases de educación infantil, así como atención sanitaria y nutricional, todo ello de manera gratuita.
Abandono familiar
El 70% de la población de El Tejar está constituida por familias de clase baja que cuentan con escasos recursos económicos. La falta de medios lleva a menudo a la desintegració n familiar y al abandono de la responsabilidad paterna, por lo que son muchas las madres solteras que se ven obligadas a sacar adelante solas a sus hijos con la dificultad añadida de que, debido a su escasa formación, difícilmente consiguen un buen trabajo.
El caso de Claudia, vendedora ambulante, refleja la realidad que hoy en día viven miles de bolivianas. Cuando nació su hija Joana, ya tenía un niño de 6 años de una relación anterior. Los médicos no le advirtieron que la niña padecía síndrome de Down y pasaron varios años hasta que descubrió por qué su hija actuaba de forma distinta. Cuando su esposo conoció el diagnóstico, culpó a Claudia del trastorno y, tras varios años conflictivos, los abandonó a los tres.
Sin acceso a las escuelas públicas, Joana pasaba el día entero bajo la custodia de su madre, mientras ésta trabajaba a la intemperie como vendedora en el mercado. Finalmente, el padre Mena les ofreció una plaza en el centro FMLC, donde hoy la pequeña puede jugar con niños de su edad y es atendida por profesionales en audio-fonologí a que la ayudan a desenvolverse mejor en su rutina diaria.
"La mayor lección que hemos recibido con este experimento nos la han dado los propios niños, que acogen a sus compañeros discapacitados como uno más, sin prejuicios y con mucho cariño", señala Edgar Mena. Y es que, aunque el objetivo inicial del centro FMLC era dar un servicio a las familias humildes, también ha conseguido demostrar que la integración escolar de los discapacitados es posible en Bolivia.
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Oculto la noticia por no tener autorización para ello, pese a que viene reflejada en El Mundo, conforme se ve en un principio.
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