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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







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domingo, febrero 24, 2008

Francisco Martín Frías: “Si los discapacitados pueden ser clientes de las empresas, ¿por qué no sus empleados”


PREGUNTA.- Una de las características de MRW, empresa que factura 630 millones de euros y tiene 802 franquicias con 11.000 trabajadores, es su compromiso con la responsabilidad social corporativa. ¿Por qué? RESPUESTA.- Antes al empresario se le veía como un explotador y nunca ha sido eso. Sin embargo, ahora todos caen en la cuenta de que la empresa es generadora de riqueza y de puestos de trabajo. Este cambio de mentalidad de la sociedad es algo que, los que ya tenemos una edad y hemos vivido otros tiempos, apreciamos muchísimo por lo que creo que estamos obligados a estar agradecidos
Mercedes Camacho
Ciudad Real
Y, precisamente, a través de este tipo de conferencias, queremos contagiar este espíritu a los nuevos empresarios porque consideramos que el camino correcto es devolverle a la sociedad parte de lo que ella nos da a nosotros.

El año pasado facturamos más de 600 millones de euros y destinamos el 1,4% de la facturación, que no de los beneficios que son menos, a la acción social. Y esto sale, porque todo hay que pagarlo, de los recursos que otros destinan a cuestiones como la publicidad o la esponsorización de eventos.

Desde 1993 ya hemos puesto en marcha 13 planes sociales, de forma que hoy en día es difícil que una familia española no pueda beneficiarse de alguno de ellos y los envíos son exactamente igual de rápidos que los que se cobran.

Actualmente, están en marcha el Plan 2000 para personas con discapacidad; Plan Amigo para el traslado de perros guía y de asistencia, de salvamento, en vías de adopción de refugios y detectores de estupefacientes; Plan Ayuda para Entidades Sin Ánimo de Lucro; Plan Ayuda Cultura para librerías y editoriales; el Plan Campañas Solidarias para acciones humanitarias; Plan Forum de envío gratuito para estudiantes y profesores en el extranjero; Plan Gran familia para las familias numerosas; Plan Manos Libres para los clientes que viajan; Plan Mayor de envíos gratuitos para personas mayores; Plan Memoria Social para la difusión de las memorias sociales; Plan Nueva Empresa para ayudar a las empresas de nueva creación; o el Plan Sub-25 de gratuito para estudiantes.

P.- Además, realizan una gran labor en la inserción laboral de las personas con discapacidad. ¿Cuántas trabajan en la actualidad en MRW?

R.- Yo manejo directamente a 600 personas y, de ellos, el 17% tiene algún tipo de discapacidad, que yo no creo que sean discapacitados, sino con otras capacidades. En 1997 firmamos por primera vez, y lo hicimos por principios, un convenio con la fundación ONCE, y ahora ya no hacen falta convenios porque está en la cultura de la empresa: Si hay un puesto libre, primero recurrimos a una persona con discapacidad y, dentro de estas, a las mujeres porque el 60% está en el paro.Los empresarios deberían pensar que si las personas con discapacidad son clientes de las empresas, ¿por qué no pueden ser sus trabajadores? Lo contrario no es ni justo ni ético.

P.- Sin embargo, critica usted las subvenciones a empresas que contratan a personas con discapacidad. ¿Cree que no son justas?

R.- No, no lo son y estoy en contra de esas ayudas, sobre todo de las bonificaciones en la Seguridad Social porque lo que habría que hacer no es pagar, sino penalizar a las empresas en las que el 2% de su plantilla no sean personas discapacitadas. ¿Pero que ocurre? Que como en la Administración no se cumple en muchos casos, tampoco pueden reclamar en la empresa privada. De hecho, y por poner un ejemplo, a mi en 30 años no me ha visitado ni un solo inspector para ver si cumplía con esa cuota.

Lo que creo que se debería hacer con el dinero de esas subvenciones, que me parecen una forma más de discriminación porque una persona con discapacidad es perfectamente capaz de desarrollar su trabajo, muchas veces mejor que los “capacitados”, es destinarlo a formación o a adecuar los puestos de trabajo.

En el extranjero no hay un porcentaje fijo, es en proporción al número de discapacitados que hay en la provincia y, si alguna empresa realiza alguna actividad en la que fuera más difícil esa inserción se compensa cogiendo a las subcontratas que sí cumplan con esta premisa.

De todas formas, creo que cuando dentro de 20 años se hable de que había cuotas para los discapacitados, las generaciones futuras no lo creerán porque esto será totalmente normal.

P.- Cambiando de tema, todo es muy diferente de hace 30 años y siempre se dice que los comienzos no son precisamente fáciles…

R.- Nosotros, dos socios y yo compramos en 1979, por seis millones de pesetas, la empresa que estaba en quiebra. A las tres semanas mis socios me dijeron que o me hacía cargo yo o dejábamos el proyecto, y así fue como dejé la empresa que tenía de excavación de terrenos y transporte. En 1980 abrimos la sucursal de Madrid y a partir de ahí inventamos el transporte urgente “puerta a puerta” en España, ya que hasta entonces el cliente tenía que desplazarse hasta la agencia para recoger allí sus paquetes. Nosotros a través de una llamada telefónica recogíamos en casa del cliente, transportábamos y lo llevábamos al destinatario, con el compromiso, además, de un envío gratuito si llegábamos tarde. Una penalización que hace 6 años aumentamos: Si en una de las cinco franjas horarias que tenemos llegamos tarde, aunque sea un minuto, le ofrecemos al cliente diez envíos gratuitos. Pero podemos garantizar ese compromiso, precisamente, gracias al personal y a las franquicias.

P.- Una de las cosas de las que se queja la universidad es que entre los alumnos hay pocos que piensen convertirse en emprendedores. ¿Qué les diría usted?

R.- Pues que hables con alguien de la universidad y vamos allí a dar una charla -bromea. Dentro de las ratios de las cien primeras escuelas de negocio del mundo hay cuatro españolas y, sin embargo, universidades ninguna entre las mejores. Quizá deberíamos reflexionar sobre la educación universitaria que se imparte

P.- ¿Las franquicias se lo ponen más fácil?

R.- Sin duda alguna porque, por decirlo de alguna manera, nosotros ya les damos las “armas” y lo que falta es el trabajo diario y el “dejarse la piel” por su empresa. Además, creemos que para el cliente también es un sistema bueno porque los franquiciados en cada lugar se lo juegan todo: su prestigio, su plusvalía… Y por eso se esfuerzan aún más en ofrecer el mejor servicio y dar el ‘do de pecho’.

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