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Cataluña / EL MENTIDERO
Las ciudades invisibles
Tenemos las «ciudades continuas», aquellas que no se diferencian unas de otras, como el pseudo-Manhattan en el que el socialista Jordi Hereu ha pretendido convertir Barcelona
ME pregunto qué habrán pensado esas más de 30.000 personas que pretendían acogerse a la ley de dependencia y cuyos expedientes fueron olvidados en un cajón, al recibir propaganda electoral de PSC, ERC o ICV, las formaciones que gobernaban Cataluña cuando estos ciudadanos fueron privados de su derecho a reclamar. Este silencio administrativo resulta muy revelador del aplastante aparato burocrático creado por un tripartito deseoso de volver a pactar tras las elecciones del 22 de mayo y perpetuar esa invisibilidad ciudadana. Se equivoca el líder de UDC, Josep Duran Lleida, cuando compara la caída del muro del Berlín con una izquierda que reniega de su pasado: el muro sigue en pie, precisamente para tapar el empeño de la izquierda en renovar sus votos en todos aquellos ayuntamientos donde sea posible, aunque sus idearios contengan diferencias irreconciliables.
Sobre esos muros políticos se asientan «las ciudades invisibles», título de un libro de Italo Calvino cuyo argumento es mucho más poético de lo que aquí denunciamos, esto es, el alejamiento entre la urbe real y la que algunos alcaldables quieren construir. Tenemos las «ciudades continuas», aquellas que no se diferencian unas de otras, como el pseudo-Manhattan en el que el socialista Jordi Hereu ha pretendido convertir Barcelona. Eso sí, obviando las medidas que el alcalde Rudolph Giuliani aplicó para erradicar la inseguridad y el incivismo de las calles de Nueva York. Medidas que son ya un «leitmotiv» en la campaña de Alberto Fernández (PP), junto a un programa sobre inmigración con el que intenta impedir que la Ciudad Condal acabe siendo una «ciudad de intercambios» de miradas desconfiadas donde nadie saluda a nadie por miedo o rechazo.
Siguiendo a Calvino, también existen las «ciudades y el cielo», aquellas en permanente construcción (nacional) que defiende Xavier Trias (CiU), cuya primera acción de gobierno si gana la alcaldía será —«¡horreur!»— celebrar una de esas cumbres anti-crisis que sólo sirven para convocar otra reunión. Y así hasta el infinito. Una ciudad donde andamios y zanjas pasarán a formar parte del mobiliario urbano debido a los recortes de gasto que promueve CiU.Luego están las «ciudades sutiles», sostenidas por una tela de araña sobre el vacío. Así es la Barcelona de Jordi Portabella (ERC), asentada en el inmaterial espíritu de la manifestación contra el Tribunal Constitucional y la consulta independentista del 10 de abril. Portabella encabeza otro tripartito junto a Reagrupament y Democracia Catalana con esa reminiscencia comunista que citaba Duran: rapar la cabeza de un simpatizante para denunciar el «expolio español» recuerda mucho a los castigos practicados por las tropas soviéticas cuando entraron en Berlín.
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