Síndrome del cutiverio

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Al igual que explica el artículo publicado esta mañana, yo pertenezco a uno de cuyos paciente ha tenido que soportar este diagnostico nada deseable para quien quiere vivir al margen de tanto infortunio.

Ya hará más de un año, concretamente el día 8 de enero de 2009, cuando fui prisionero de esa misma situación. Nadie, ni mucho menos los médicos daban por mi un real. Estaba desahuciado.

A mi familia no les dieron ninguna esperanza de vida. Las estadísticas daban tan solo un 2% de salvación y quienes así lo hacían solían quedar bastante mal para llevar una vida conforme anteriormente disponía.

Mi propio hermano viéndome en aquellas condiciones comentaba con mi esposa, muy apenado este, que para verme en aquellas condiciones de vida en que se me presentaba sería preferible verme muerto.

Mi esposa e hijos ya daban un potosí por verme junto al ordenador aunque fuese utilizando una silla de ruedas y usando un sintetizador que interpretase mis deseos.

Nada les hacía pensar en el milagroso resurgimiento que mi hija pequeña advirtió cuando un día en su acostumbrada visita (se turnaban mis hijos diariamente por verme como si se tratara de ver un guiñapo en la U.C.I.) que mis miembros superiores iniciaban un torpe movimiento que en nada correspondía a una especie de reflejos o sensaciones posiblemente engañosas. Yo por principios no acepto la existencialos milagros, pero que si no lo podrían justificar...

Sin embargo fueron pasando los días, semanas y hasta meses en los que pudieron comprobar todos, incluso los galenos, con asombroso deleite y alegría sobre mis lentos progresos que finalizaron a partir del día que un otorrinolaringologo me retiró la cánula que me habían colocado en la garganta, previa traqueotomía que me practicaron para auxiliarme en la precaria respiración que yo presentaba.

Tras el a.e.i.o.u que fueron mis primeras palabras que salieron de mi boca, observe cual emocionados estaban todos quienes me rodeaban médicos, enfermeras, auxiliares, y un sin fin de personas que ahora mismo lamento olvidar. Desde aquel momento ya podría comunicarme directamente con mi voz, lentamente pero lo hacía.

Antes pasé por la necesidad de componer palabras con el método, digamos, del qwerty, que era si no utilizar las palabras del teclado de una máquina de escribir y lentamente ir componiendo palabras que le dieran sentido a mis necesidades de cada instante.

Próximamente saldrá a la luz un libro que yo he llegado a escribir, donde de forma novelada para no ser demasiado pesado y aburrido en mi relato, recoger todas mis experiencias vividas desde aquellos primeros días hasta el presente, donde me encuentro perfectamente rehabilitado a nivel motor, y posiblemente sea aceptable mi rehabilitación cognitiva por no asegurar, cuando existen quienes de ello tiene una cierta responsabilidad rehabilitadora. Pero bueno, llegará el momento en que decidan darme de alta del Centro de Daño Cerebral NISA Vinalopó, quienes han obrado en mi todo lo que actualmente soy, sin olvidar lo mucho que han llegado a suponer las prestaciones que tuve, y muchas, en el Hospital Universitario alicantino.

Quiero a ellos agradecerles todo cuanto han hecho por mí, pues seguramente jamás podría haber llegado tan pronto a mi situación actual. De cada uno de ellos he obtenido un trato apreciable, magnífico diría yo, pasando desde los celadores, enfermeras, auxiliares, fisioterapeutas, especialista psico-neuróloga, médicos en general y a cuántos lo han hecho posible que gozara de una inmejorable situación hospitalaria, primero en Alicante, más tarde en Aguas Vivas, Carcagente (Valencia) y ahora continuando mi rehabilitación en el Centro de Daño Cerebral NISA Vinalopó, de la vecina ciudad de Elche (Alicante).

Si dejo esta nota en este espacio, lo hago como testimonio y apoyo a dicho artículo anteriormente publicado aquí mismo.

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