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lunes, abril 25, 2011
¡Para eso si que existen!
«Hoy es la primera vez que salimos a la calle desde diciembre. Juan Andrés ha estado muy malín, realmente, yo sé que está de prestado, pero esta la salvamos». Pili Velasco es pura energía: «No se puede perder el sentido del humor», dice esta sierense que ha cuidado a su madre dependiente hasta su fallecimiento, que ahora empieza a pelear con el alzheimer de su padre y que lleva 37 años cuidando de un hijo «con problemas neurológicos de origen genético». Eso no lo supo hasta tres años después de que naciera Juan Andrés, cuando vino otro bebé «también varón, pero que falleció al nacer, porque los problemas, como digo, eran de tipo genético».
Juan Andrés se ha convertido en el centro neurálgico de la vida de Pili y su marido, Juan Cachero, hasta el punto de que «hace más de un año que no salimos los dos a tomar un café juntos». Porque su hijo necesita «atención continuada, intensa, no te puedes despistar, porque como tiene problemas respiratorios, cualquier tos se puede complicar». Ahora está recibiendo cuidados paliativos «porque con la última neumonía estuvo muy malín», pero Pili no pierde el ánimo «porque cada día es una batalla ganada».
El único momento en el que su discurso flaquea es cuando sale a la palestra la Ley de la Dependencia y, con ella, el copago. «Los discapacitados son los últimos para todo, menos para pagar. No hay derecho». No entiende Pili Velasco cómo «se rasgan las vestiduras cuando se empieza a hablar del copago sanitario, pero a todos les parece normal el copago de la discapacidad, cuando es el colectivo que menos tiene».
Como ejemplo, su hijo, que no tiene «ninguna paga ni pensión. Sólo cobra mi marido una ayuda por hijo a cargo, pero Juan Andrés no tiene ningún ingreso». Como dependiente de máximo grado, se supone que debería tener a su servicio toda una cartera de servicios, «pero mi hijo sólo recibe 20 horas de ayuda a domicilio al mes. De verdad, estoy cansada de oír que la Ley de la Dependencia va de maravilla en Asturias, pero no es verdad. No funciona».
Para peor
Pili repite lo que le dijo a la técnica que, en 2007, vino a casa a valorar el grado de dependencia de su hijo «virgencita, que nos dejen como estamos. Porque ya advertí que esto sería malo para ellos y, al final, estamos viendo que sí. Ahora que si hay que pagar. A mi, de momento, no me han dicho nada, pero si mi hijo no tiene nada, ¿qué va a aportar?»
Recuerda los gastos en pañales, silla de ruedas, medicación «de mi hijo, por los que nadie pregunta. Realmente, yo tampoco pido nada. Sé que tiene derecho a más horas de ayuda, pero ya me apaño con las 20 horas. Lo que no quiero es que nos digan ahora que tenemos que pagar».
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Publicado por Teuladí en 06:18
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