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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







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viernes, abril 22, 2011

Preocupate mejor de los que desde tu partido se dejan corromper sin mostrar ningunos escrúpulos... Sr. Ruíz Gallardón!

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En defensa de los sin techo y

mendigos


LUIS SEGOVIA LÓPEZ

El alcalde de Madrid ha propuesto una reforma legislativa que permita a los municipios prohibir a los mendigos que residan y duerman en las vías públicas, y que la policía municipal pueda detenerlos y llevarlos a residencias habilitadas al efecto. Ante la polémica levantada, Ruiz-Gallardón, insistió en su petición de una ley que permita dar asistencia higiénica, médica, psíquica y alimentaria a las personas sin hogar "aunque no nos lo pidan o la rechacen". Dijo que su ley para atender a los sin hogar tiene como prioridad "la dignidad de las personas, no es un problema de convivencia ni de estética".

Olvida Gallardón que la primera dignidad de las personas es la libertad, y que la mendicidad y el dormir en la calle, no puede evitarla el Estado a la fuerza. Estos liberales que tienen por lema "prohibido prohibir", en cuanto pueden y les dejan, prohíben casi todo: legalizar inmigrantes que trabajan en España, el matrimonio de homosexuales, el aborto, la educación para la ciudadanía, etc. Más que estar en los albergues, tratados como menores, imponiéndoles baños, aseos, comidas y horarios, durmiendo con desconocidos, y a veces impregnado todo ello con esa antipática atmósfera monjil de falsa caridad cristiana; muchos de ellos, es lógico, que prefieran vivir a su aire, solos o con conocidos, libres de horarios y de soportar desconocidos ayudantes, pero impertinentes si no son deseados. Recuerda esta medida a la bienintencionada ley republicana de vagos y maleantes y que el franquismo convirtió en persecución de los homosexuales con la llamada Ley de Peligrosidad Social. Hace años ya se planteó ante el tribunal europeo de derechos humanos, si el Estado belga tenía derecho a recoger y llevar a los albergues a los mendigos que pernoctaban en los parques públicos, condenando el citado tribunal al gobierno para que derogara dicha ley, pues si a un albergue se lleva a la gente en contra de su voluntad deja de ser un recurso social para convertirse en un centro de detención, situación incompatible con un Estado de derecho.

Dejad en paz a los sin techo y mendigos, no tomando medidas a la fuerza, pues debe preocuparos más esos jueces que, sin análisis suficiente, desahucian y lanzan a la calle a familias enteras por no poder pagar las hipotecas en esta época de crisis, sin aplicar el abuso del derecho o la mala fe bancaria; preocuparos de esos gobernantes que en visitas papales, fórmulas uno, negocios ruinosos, dinero para los amiguitos del alma, dejan sin fondos para aplicar a la Ley de Dependencia, con lo que se arroja muchos de ellos a la calle, y luego no queráis curar esas heridas con un criterio hipócrita como esas señoras ricas que dan limosnas a los pobres después de que sus familias tal vez los hayan arruinado. En el fondo lo que se pretende es retirarlos de la calle para que no se vea esa fea costra que produce esta sociedad injusta, se trata de criminalizar y perseguir a las personas en situaciones de exclusión, sin preocuparse en ningún momento por entender y remediar las causas profundas de estas situaciones.

Ya decía el escritor bohemio Emilio Carrere, cuando a principios del siglo pasado se pretendía eliminar la mendicidad en la calle, que era estéril toda iniciativa contra la mendicidad y que no se evita con los bandos de ningún corregidor. En la patria de los pedigüeños, donde todos somos un poco mangantes, el mendigo es perfectamente respetable. País de pirueta y de lotería; donde el arte y la ciencia son pordioseros, donde se mendiga todo, incluida la bicoca de un puesto en la política, ¿con qué autoridad queremos suprimir la mendicidad a la fuerza?



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