Por Rogelio Diz
La ciudad de Puebla en México, siempre se ha considerado como un bastión del nacional-catolicismo en este país, una sociedad ultra-conservadora, reaccionaria y racista, donde los pocos exiliados de la Republica que aquí llegaron nunca fueron aceptados y si marginados como lo constatan los hechos que en la llegada de los primeros refugiados en 1939 gracias a las manos abiertas del General Lázaro Cárdenas y la mayoría de la sociedad mexicana, fue Puebla la gran excepción por parte de ciertos sectores de la sociedad, incluidos en estos los antiguos residentes españoles los cuales pertenecían al Circulo español de esta capital. Al Estado de Puebla solamente llegaron 200 de estos refugiados y de los cuales 180 quedaron diseminados en diferentes poblaciones a lo largo y ancho del Estado con la protección y ayuda de las autoridades locales. A la ciudad de Puebla llegaron solamente 20 de los cuales 12 serian cobijados por el Ayuntamiento y organizaciones sindicales y 8 a cargo del Círculo Español, pero estos últimos fueron rechazados y la Mesa Directiva de esta asociación se rehusó a ayudarlos y atenderlos y mucho menos integrarlos en esta comunidad.
En 1973 se funda la Universidad Popular Autónoma de Puebla (UPAEP), para dar respuesta a una educación acorde a los hijos de esa oligarquía poblana y separarse de aquellas pugnas de los años sesenta y principios de los setenta por ostentar el poder en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) la cual en ese entonces con marcado acento de izquierdas y una mayoría de estudiantes de capas sociales medias y bajas provenientes de las diferentes preparatorias publicas y que trataban de defender su lugar sobre los adinerados alumnos de los colegios católicos.
Así esta Universidad de la oligarquía poblana donde pervive la llamada Colonia española, es la misma que hace tan solo unos meses le dio un titulo Honoris Causa a uno de los baluartes del fascio español, y uno de los últimos estertores del franquismo, Manuel Fraga Iribarne, a quien debemos su infausta firma en varias de las ultimas condenas a muerte y quien ordeno las matanzas de Victoria y Montejurra, y que hoy se dice “demócrata de toda la vida”.
Aquí nació también hace 150 años la Sociedad Española de Beneficencia de Puebla con él noble fin de darnos a los españoles y sus hijos la cobertura sanitaria tan necesaria para los que tan lejos nos encontramos fuera de nuestra tierra, y que sin embargo los actuales dirigentes han prostituido y convertido en una asociación racista y discriminatoria, principalmente para las mujeres, a las cuales no les dan derecho a heredar su membresía hacia sus hijos, ni aun teniendo la nacionalidad española, mientras que los varones si pueden hacerlo, aunque sean en segunda, tercera y más generaciones y sin tener la nacionalidad, e incluso hombres y mujeres sin mas papeles que la amistad que puedan tener con los dirigentes.
Aunque usted no lo crea, al día de hoy, la mujer en esta sociedad no puede asistir a las Asambleas ni votar, y mucho menos poder acceder a un puesto directivo.
Y quien se atreva a levantar la voz, será, como lo fui yo y dos compañeros más, expulsados de la sociedad.
Son los mismos que en su gran mayoría se sintieron indignados por la proclamación de la Ley de Memoria Histórica, donde opinaban al igual que la derecha más recalcitrante de España, que esta reabría las heridas y que la historia debería permanecer como esta.
Uno de ellos es nuestro actual Cónsul Honorario de España en la ciudad de Puebla, Julio Barberan Fons, el cual en franca connivencia con el sector mas duro de la Colonia Española y conociendo todos las situaciones anteriormente descritas, nunca ha movido un solo dedo para su solución, incluso mintiéndome personalmente al darme la razón en mis acusaciones sobre la discriminación en la Sociedad Española de Beneficencia de Puebla, donde según sus palabras en conversación personal se había retirado todas las ayudas institucionales a dicha asociación, mientras en el BOE (Boletín Oficial del Estado) aparecen por parte del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales las mismas cantidades año con año, las mismas que en las Asambleas nunca se dan a conocer a los socios por parte del Presidente Alberto Pellico Agüeros.
Y es de esas aguas que vienen estos lodos, y que hoy el pasaporte español esta en auge para estos descendientes, nietos de edad madura donde no podían acceder a ella, ya que para la recuperación de la nacionalidad necesitaban ser menores de 21 años, pero he ahí que con la Ley 52/2007 de la Memoria Histórica para los nietos de quienes perdieron o tuvieron que renunciar a la nacionalidad española como consecuencia del exilio apareció el truco del almendruco para muchos de estos que con la costumbre de cambiar momentáneamente de chaqueta a su conveniencia y pretenden ser hijos de la guerra donde la edad ya no es requisito.
Por fuentes cercanas me he enterado de la gran afluencia de personas que buscan acogerse a esta Ley, donde se presume la condición de exiliado respecto de todos los españoles que salieron de España entre el 18 de julio de 1936 hasta el 31 de diciembre de 1955, además de otros requisitos, sin embargo conociendo el percal de nuestras autoridades consulares y la connivencia con los directivos de las diferentes instituciones antes nombradas, no me extrañaría nada que algunos de estos personajes se vieran favorecidos de una Ley que por supuesto no tienen derecho y que siempre renegaron de ella.
Uno de ellos, nieto de españoles, que presumía siempre de que en uno de sus viajes a la madre patria había estrechado la mano del caudillo, dándole las gracias por haber evitado que España cayera en manos de los comunistas y que después en el 79 visito la tumba de Franco en el Valle de los Caídos, y que de rodillas lloró su muerte, volviendo a llorar mientras lo contaba. Tiempo después era parte de la comitiva poblana en ir a laurear a Fraga Iribarne en las varias visitas que hizo a México y como él, convertirse en “demócrata de toda la vida”. Es una de estas personas que lo están intentando para así favorecer también a sus hijos con la nacionalidad española.
Esto por supuesto me indigna, desgraciadamente somos muy pocos los que aquí vivimos y que somos los herederos de los perdedores, y que al parecer seguirán haciéndonos vernos así, al continuar despojándonos de esos pequeños logros que en tantos años de lucha hemos conseguido, y solo nos queda el denunciarlo en espera que alguien nos haga caso y vea por la veracidad de quienes tengan el derecho.
Rogelio Diz-Analista político
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