A estas hora parece que todo va viento en popa, en el rescate de los 33 mineros sepultados en la mina chilena de Atacama, a casi 700 metros de profundidad. Como un milagro divino la ingeniería humana ha hecho lo impensable por esos valientes, tras 69 días de cautiverio y muy cercanos al diablo. La ingeniería y el arrojo, disciplina y fortaleza física y sobre todo psicológica de esos mineros. Un simple mensaje en un papel, leído demasiados días después del accidente parece ser el detonante para que comenzase un rescate que parecía utópico y poco viable, aún a pesar de comprobarse que todos permanecían atados a un Dios denominado supervivencia.
Ahora vendrán las preguntas sobre las faltas de prevenciones, vías alternativas inexistentes en caso de accidentes, falta de compromisos para paliar esos muchos riesgos laborales no llevados a la práctica y un aluvión de dudas, sentencias y miserias, reflejadas, cómo no en el aspecto económico, en el abaratamiento y rácanas medidas puestas a disposición de quienes bajaban a diario por ese túnel, en forma de ruleta rusa, de sólo una entrada y una salida.
El poder mediático se ha movido en todo el mundo para que esa mina fagocitadora, en este caso de 33 huesos duros, en ese país maltrecho pero solidario y muy humano; sea el eje, el epicentro de la fe y el coraje de esos trabajadores maltrechos y enterrados en vida, gracias a un simple mensaje en un papel. Ese papel escrito debe ser el motor para que jamás en ningún lugar se trabajen en unas condiciones lamentables, donde se taponan libertades y vías de escape para el desarrollo de un trabajo, que al fin y al cabo es el pan que cada día maltrechas familias se llevaban humildemente a la boca, incluidos algunos de esos mineros, que ya tuvieron algún que otro accidente anteriormente, pero no por cojones, como dice ese niño que aparece en el siguiente vídeo y que sigue las consignas de su padre, sino por supervivencia, por dar de comer a sus hijos y es que uno no vuelve a los infiernos por disputar una batalla con el diablo, sino porque sabe que obligado o baja a las profundidades o muere de hambre esperando su sustento y el de los suyos.
En el primer caso, al menos esta vez esos 33 valientes ganaron la batalla a Lucifer, aún incluso a pesar de que los dueños de la mina, los empresarios jugaban a favor del mismo diablo.
Bienvenidos mineros coraje, bienvenidos chilenos valientes, . Va por vosotros, no sólo para esos 33 héroes condenados a ser topos por 69 extensísimas noches, sino para todos aquellos que a pesar de las muy nefastas condiciones y tratos vejatorios en demasiados trabajos saben afrontar con tanta dignidad y decencia el penoso día a día, a pesar de lamentables situaciones económicas, laborales y de serio riesgo.
Fuente vídeo:
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