Hay que espabilar (II)
El 24 de marzo de 2010 , Ángela, una adolescente que ese día cumplía 13 años, fue agredida dentro del recinto escolar San Valentín, en Xunqueira (Fene) donde cursaba 1º de E.S.O.
Ese denostado aniversario, tristemente celebrado, varios aprendices de matones; uno de ellos con un “currículum depredador” importante (dado que, según noticias de la propia madre, parece ser que era el más conflictivo del colegio) habían planeado y programado que Ángela fuese ridiculizada en una especie de circo burlesco, donde el corro de esos “ejemplares” humanos haría que esos despojos humanoides riesen cruelmente cual ruleta hostil, pasando de mirada en mirada, mientras las risas de esas hienas hundirían aún más a la joven víctima. (excusas a las hienas africanas por tal comparación odiosa contra ciertos ejemplares de la especie humana).
Finalmente el plan prefijado no se llevó a cabo pues la impulsividad agresiva de un desproporcionado cobarde empujón por la espalda de la niña, por el líder de esa jauría para que Ángela cayese de bruces contra el suelo y se rompiese parte de su aniñada cara y la mayoría de su ya aterrado mundo interior.
Ángela aún recuerda como el líder de la jauría, el “macho” del grupo que le sacaba más de dos años y un montón de estatura a la pequeña; y de carnes pellejas cobardes, se fue riendo, mientras miraba a la niña hostigada y vejada físicamente; rota en compañía de unas enorme y fría soledad. El tiempo haría su trabajo después y así vendría la vejación quizás más grave, muda e incalculable: la psicológica.
¡Hay que espabilar… es cosa de niños!
El fortísimo y vil empujón recibido por la espalda fue la carta de presentación de este “valiente héroe”, aprendiz junto a sus compinches complacientes de pseudo hombres; de esos que desgraciadamente afloran cada vez más, cual mala hierba. Fantasmas fanfarrones mayores que ella, más corpulentos y fuertes, físicamente al menos, que inmersos en la fuerza bruta no tuvieron reparos en actuar, de tan “noble modo”, ante una indefensa preadolescente, sumida sin duda alguna en el terror que supone verse cercada por alimañas, que le causaron la rotura de parte de sus dientes, boca, nariz, codo, rodilla y un elevado grado de dolor muy intenso e imposible de medir, a no ser que un@ sea el/la donante obliga@a de tan cobarde y dolorosa doble paliza:
- La concerniente a los moratones, rotura de parte de su rostro y otras atrocidades.
- Y la psicológica, la mental, la emocional y anímica, esa que difícilmente se repara, aún a pesar de que unos sabios consejos y pautas psicopedagógicas entren en juego porque ahí, en el interior, cerca del corazón, las heridas, aunque no tan vistosas como las físicas, lloran desconsoladas ante tanta traición humana, ante tanto gesto desalentador y cobarde; el que le infligen a un@ sin saber por qué, sin adivinar qué hizo de malo, qué dio lugar a ese desalmado a escupir con su saliva de odio envenenado para que la joven Ángela fuese tratad@ peor que cualquier fiera inmunda, sarnosa, detestable….
¡Hay que espabilar… es cosa de niños!
Duele ver la foto de Ángela, la víctima, varias horas después de recibir esa brutal acción, con su virginal cara echa añicos, con su dentadura destrozada y sus ojos apenas abiertos, entristecidos y temerosos tras la hinchazón de haber chocado obligadamente y forzada a estamparse con el suelo de ese maldito recinto. Y digo que duele porque el panorama siguiente debió quemar las entrañas tanto como el pavimento que le desgastó la piel, tras ser salvajemente empujada. Un desolador recinto escolar donde la frecuente e inusitada bulla, el trasiego de madres, niños y maestros que traen consigo el alboroto y movimiento nervioso y espontáneo dio paso a la calma cobarde de un local ensombrecido, apagado y estático por el miedo a ser testigo presencial y ser preguntado. El maremágnum de esa dinámica que se produce en la salida de cualquier colegio dio paso a la desertización de cualquier alma noble, consecuente y dispuesta a sacar a la luz qué sucedió en ese fatídico momento.
El diablo, en forma de silencio crónico y cómplice; el mutismo radical, el ninguneo, la negación y el miedo y cobardía se hicieron eco y sólo se escuchó la llegada de una madre aterrada por la imagen de una hija rota en todos los sentidos junto a una fiel amiga que con una crisis de ansiedad proclamaba e indicaba la escena tan vil y mísera que había llevado a Ángela a tener desfigurado su rostro, entre otras graves lesiones. Ni el director, tutores, testigos presenciales, incluso médicos ayudaban a la joven víctima, que no pequeña. Sólo una patética jefe de estudios que por su cargo, debió comerse el “marrón” para representar seguramente la puesta en escena políticamente correcta de la “noble disposición” del centro escolar y su enorme preocupación. Por supuesto, el caso al final quedó en nada… según el colegio claro.
¡Hay que espabilar… es cosa de niños!
Ni siquiera Ángela la víctima, la elegida por esos niñatos cobardes para ser sacrificada, tuvo más tarde ayuda alguna; ni de testigos, profesores, niños o madres ni de un Sistema Educativo, que lejos de usar la autocrítica para moldear mejores escuelas y por tanto más seguras, participativas y solidarias, tuvo la enorme indecencia de ni siquiera contar con el estado anímico emocional desgastado y aterrado de Ángela para, en base a ello se le aportasen ayudas y dinámicas que hubiesen podido hacerle lo que restaba de curso más cómodo y adaptado a sus necesidades vilmente impuestas. En este caso, incluso el no haber podido realizar sus exámenes de modo más estructurado y lejanos en el tiempo, en lugar de obligarla a realizarlos de modo intensivo y en un único día, lo que le ha llevado a repetir, en principio el curso que le destrozaron salvajemente esos aprendices de cobardes bravucones: uno principal que empujó por atrás a una indefensa y débil niña; otros por apoyar al matón y erigirlo en pseudolider idolatrado; muchos otros por enmudecer, disfrazarse de cegatos temporales y sordos testigos, al no atreverse a fundirse en un apoyo solidario contra ese terrorismo social y ubicar y señalar al culpable, al hostigador, al salvaje cobarde.
¡Hay que espabilar… es cosa de niños!
Todo ello, sumado al cuadro ansioso depresivo y al estrés postraumático verificado por esas atroces y nefastas vivencias hicieron que Ángela fuera excluida del marco escolar al no poder pisar un colegio; cuestión que ni mucho menos, aún hoy día ha superado y que junto al “empujoncito” del cinismo institucional educativo, le han coartado incluso el derecho de ser atendida por profesorado en su propio domicilio, dada la patología sufrida tras ese terrorismo social y escolar, pero eso ya se comentará en una tercera y triste reflexión futura.
Mientras tanto, Isabel, la madre, despierta dolores muy intensos, que ya creía domados y apaciguados y es que ciertas miserias humanas despiertan volcanes adormilados y casi perdonados, pues ella en su infancia, había sido víctima de los malos tratos de un mal denominado compañero de colegio. Falso compañero que parece ser no aprendió la lección de claudicar y exiliar las burdas maneras de hostigar a terceros, pues exportó sus viles armas a su progenitor y hoy día el ejecutor de tan mísera, cruel y cobarde acción hacia una niña, curiosamente la hija de Isabel, quien, como nos comenta, fuera víctima del padre de ese acosador en su niñez. La historia, por tanto, se repite y revive. Cruel memoria histórica escolar.
En todo caso, Ángela, en lugar de celebrar su decimotercer cumpleaños en compañía de su familia y amigos, tuvo que verse obligada a pasar por el Hospital entre otros “regalos” por ese maldito cobarde atentado contra la pequeña, niña a la que le fue truncada su libertad de vivir, aprender y de exprimir alegremente su infancia y adolescencia.
Pero NO PASA NADA y como decíamos en la primera parte de este vergonzoso caso… (enlaza pinchando)
¡Hay que espabilar… es cosa de niños!
Fuente vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=jOwzsUmyAYM&feature=player_embedded#!
Fuente:
http://vagabundotraslalibertad.blogspot.com/2010/09/hay-que-espabilar-es-cosa-de-ninos-ii.html
Relacionado: http://diversidadfuncional.blogspot.com/2010/10/colabora-tu-participacion-puede-ser-muy.html
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