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Hoy venimos a decir que casi por todos los dependientes, entendemos que se trata de una palabra que se emplea peyorativamente al referirse a una persona afectada en alguna de sus funciones ya sean físicas, sensoriales o psíquicas, el caso es que entendemos que no es acertada en modo alguno pues da la impresión de restar capacidades mentales cuando en realidad es muy reducido este tipo de incidencias. El mal llamado discapacitado se trata de una persona enteramente normal y por lo tanto no obedece a lo que tipifica esta expresión. En algunos ámbitos se escucha la preferencia de buscar otra acepción situada sobre la diversidad funcional y resulta poco acertada igualmente pues diverso funcionales los somos todos. Cuando se trata de indicar en una sola palabra a este tipo de diferencias, logramos encontrarla en nuestro diccionario con solo hacer referencia a la dependencia. Ya la misma ley y sin pretenderlo, nos cataloga como dependientes, y es cierto, una inmensa mayoría depende de esta o aquella persona, por lo general resultan ser las mujeres quienes desempeñan esta función de ayudar a la dependencia de esta o aquella persona. Con tan solo aceptarlo en la Real Academia Española con sus correspondientes diferencia, ya se sabe de la que actualmente se refiere a un trabajador del comercio, sería más que suficiente y tendríamos una expresión corta, rápida, nada ofensiva puesto que es en realidad un dependiente de algo o de alguien. ¿Que les parece?
Pero vamos con lo que nos ocupa.
Después de este análisis seguimos prensando que lo más razonable sería el de expresar la palabra dependiente, puesto que en realidad es eso, un dependiente de una persona que le cuida y ayuda en su cotidiana vida diferente pero igual a toda la humanidad. No es superior a nadie, pero tampoco lo es inferior. Tan solo funciona de modo diferente, eso es toda la diferencia que existe. Ninguna.
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