La manita del siglo XXI
El Barça arrasa al Madrid con una exhibición histórica en un Camp Nou enloquecido
Hay noches que valen más que una Liga. El Camp Nou ha vivido grandes momentos pero ninguno como el de ayer, cuando el Barça
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Información publicada en la página 2 de la sección de Tema del día de la edición impresa del día 30 de noviembre de 2010 VER ARCHIVO (.PDF)
convirtió el clásico en la mejor obra de teatro que jamás haya visto Mourinho, una pieza de museo que quedará para la historia. Mou ya tiene una manita, un 5-0 que engorda los dos años de dictadura azulgrana, con un pleno al cinco y un parcial de 16-2 , y que hará callar durante un tiempo a quienes hacían creer que este Madrid estaba a la misma altura que el campeón. Ya no es líder.
El Barça es de otro mundo, un equipo celestial que juega por las nubes mientras el resto anda a ras de tierra. Fue todo tan estratosférico que, por momentos, había que frotarse los ojos para creer que era real. Y lo era. Fue real que el Barça dio un baño soberano, en medio de un rondo interminable que el Camp Nou acompañó con olés y una banda musical dedicada a Mou y a Ronaldo. Y no era un fado precisamente.
Si hubiera sido un combate de boxeo, el árbitro lo habría suspendio por inferioridad. El Madrid no se aguantaba sobre el ring, el Barça no dejaba de pegarle, izquierda, derecha, izquierda, pim, pam, pim, pam, una zurra de cuidado, bailando como una mariposa y picando como una avispa, como Muhammad Ali. Escondido en el rincón, Mourinho no asomó la cabeza por más que el público le pidió cantando que lo hiciera. «Sal del banquillo, Mourinho sal del banquillo...». Ni caso. Su ego sufrió el golpe más duro de su carrera, un gancho que le dolerá toda la vida y quién sabe si marcará el resto de la Liga. Lo que sí marcara es el libro de la historia de unos y otros. Tras el 0-5 del 74 con Cruyff y el 5-0 del 94 con el dream team, el Barça ya tiene una manita en el siglo XXI, fiel a su condición de mejor equipo de la década. Lo es y ayer lo demostró con una contundencia y una elegancia inigualables.
EL MUNDO, A SUS PIES / El mundo entero, esos 400 millones de espectadores, admiró un espectáculo excepcional marcado por los colores azulgranas de principio a fin. Desde la puesta en escena, con el estadio convertido en un gigantesco mosaico, dibujando un lema fraguado en los corazones de todos los culés, T'estimo Barça, de los culés que tuvieron el privilegio de vivirlo en directo y de todos aquellos que, generación tras generación, han hecho de este club algo muy especial y que, hoy, más que nunca, tiene la mejor extensión en el campo, en un equipo que honra una manera de vivir y de jugar, un equipo que quedará en la memoria por encima del paso del tiempo. Un estadio que recibió a los suyos cantando el himno a capella, en uno de esos momentos de gallina de piel ante el que el equipo respondió con otro recital, un concierto de balón de una orquesta sublime.
En cuanto pisó el escenario, el Barça alzó la voz y se dejó oír como lleva haciéndolo en estos dos años largos que han dejado en silencio al madridismo. A los cinco minutos, Messi envió la pelota al poste, en un preámbulo de lo que iba a ser la noche. Se quedó sin marcar pero fue el asistente perfecto. En menos de 20 minutos, Xavi y Pedro ya movieron el marcador, y a partir de entonces no dejaron de mover al Madrid de un lado a otro, en un baile de salón que tuvo instantes de una belleza indescriptible. Después, apareció dos veces el que no le mete goles a nadie, Villa, y, sobre el reloj, Jeffren marcó el quinto, el cierre perfecto justo el día en que el club estaba de aniversario: celebraba 111 años.
El Camp Nou botaba y botaba, pidiendo a Mourinho que saliera del banquillo, buscándole las cosquillas a Ronaldo, perdido en una pelea inútil que hasta alcanzó a Guardiola y que provocó la defensa de todo el equipo, en un signo más de la fidelidad que se respira en el santuario que ha construido. El Barça ha hecho de su estilo una cuestión de fe, una religión que ha conquistado al mundo.
La noche se cerró con una ultima coz del Madrid, un patadón de Sergio Ramos a Messi que le valió la expulsión. Se quedó con 10. Pero Mourinho no apareció. El Barça se fue del campo enseñando orgulloso la mano. Tenía tantas ganas. Qué cosas. Al Sporting de Preciado, con suplentes, solo le metieron uno.
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