El primero de los debates, con la igualdad como motivación, se centró en las reivindicaciones pendientes de las personas con diversidad funcional.
La tarde de debate dedicada a la libertad tuvo al periodista de EL PAÍS Guillermo Altares como entrevistador, y la pregunta principal fue: "¿Estamos renunciando a ella tras el 11-S?" Para responder a esta cuestión estaban
listos los alumnos Rafael Carlos del Rosal, José García-Barroso, Diego Hernández, Álvaro de Simón y Beatriz Gimeno, que ya habían participado en debates previos sobre el tema. "¿En qué medida podemos sacrificar nuestra libertad por una mayor seguridad?", planteó uno de los estudiantes al inicio de una discusión en la que términos como seguridad, miedo, inmigración, fanatismo y religiones se repitieron constantemente. Partiendo de la certeza de que el 11-S sacudió los cimientos de la civilización y provocó una polarización del mundo, los participantes hicieron un repaso de la política internacional, haciendo hincapié en Iraq y Afganistán.
La fraternidad, centrada en el elemento religioso como excusa para el conflicto y como su solución, fue objeto del último de los debates celebrados. El periodista Luis Fermín Moreno entrevistó a Yaratullah Monturiol, islamóloga y estudiosa del Corán, y a José Antonio Zamora, profesor de Ética, Filosofía y Filosofía de la Religión. Ante la pregunta de si la religión se usa como excusa para provocar conflictos, los ponentes abrieron un debate sobre las fronteras entre cultura, identidad y religión, y sobre cómo éstas se cruzan y se confunden, a veces interesadamente.
Monturiol destacó la importancia de la educación y el respeto. "Con el miedo al otro, el desconocimiento y la desconfianza no llegaremos a ningún sitio", dijo. Insistió en el valor de la comunicación: "El diálogo interreligioso es muy importante, absolutamente imprescindible, si se lleva más allá".
Cuestionado sobre el papel de las religiones en un estado laico, Zamora aseguró que la pretensión de reducir lo religioso al ámbito de lo privado es irrealizable; pero, en su opinión, la confusión de la religión en el espacio
público con las funciones de legitimación del orden político es algo que la sociedad ya ha superado. "La presencia pública de lo religioso tiene que darse en un ámbito de libertad", afirmó.
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