MARÍA JOSÉ CARMONA. SEVILLA
Lunes, 05-01-09
Las ansiadas ayudas de la Ley de Dependencia se pueden convertir para numerosas personas en una simple quimera. En Sevilla, esas ayudas no se pueden poner en marcha, aunque ya estén concedidas, porque no hay dinero para ello. Así al menos se lo han hecho saber a Lino Rincón del Toro, que atraviesa una difícil situación con su madre, recientemente operada del corazón y aún convaleciente, y una tía carnal disminuida.
María Luisa, la madre de Lino, lleva toda su vida cuidando de Francisca, una hermana mayor que sufre una discapacidad casi absoluta. La edad de ambas hizo que los hijos de María Luisa se plantearan solicitar las ayudas de la Ley de Dependencia. No pedían subvenciones económicas, sino que Francisca, de 76 años, a la que hay que vestir, asear y casi dar de comer, pudiera pasar parte de la jornada en un centro de día. Ello, unido al servicio de ayuda a domicilio, que conllevaría que alguien ayudara a arreglar a Francisca y echara una mano en casa permitiría que María Luisa disfrutara de unas horas de descanso ahora que ya había cumplido 74 años.
Ayuda concedida... y no pagada
El pasado mes de julio, la Administración les anunció que la solicitud había sido atendida y meses después recibieron la confirmación de que se le había concedido. La familia optó por utilizar sólo la inclusión de Francisca en un centro de día, porque María Luisa se encontraba bien y prefería ser ella la que la arreglara antes de que el autobús fuera cada día a recogerla. Todos menos dejar abandonada a su hermana, y mucho menos pensar en internarla en una residencia.
Sin embargo, las circunstancias cambiaron cuando a mediados de octubre se le presentó a María Luisa una dolencia cardíaca que obligó a intervenirla quirúrgicamente una semana después. La operación a la que se sometió era, según Lino, grave. Ello fue determinante para que Lino y sus hermanos decidieran, aún a sabiendas que a su madre le apenaría, ingresar a su tía Francisca en una residencia. La estancia en dicho centro les cuesta 1.400 euros al mes. Pensaron que ésa sería la solución mientras que María Luisa permaneciera en el hospital, ya que esperaban que cuando ésta recibiera el alta ya contarían con la ayuda domiciliaria que le permitiría a Francisca regresar con su hermana y a ella misma estar atendida por las mañanas cuando sus cuatro hijos están trabajando.
Nada de eso ocurrió. Lino se dirigió a la Junta para saber cuándo iba a poder disponer de las ayudas que ya tenía concedidas. Empezó entonces un largo periplo que le ha llevado de la Junta al Ayuntamiento y de éste de nuevo a la Administración autonómica para, de nuevo, llegar hasta la municipal.
Así pasó varios días, hablando con trabajadores y asistentes sociales hasta que esta misma semana, en la Junta le dijeron que, aunque su solicitud estaba aprobada, era el Ayuntamiento quien las tenía que poner en práctica. Ya en la UTE de Torreblanca le confirmaron las manifestaciones de la Junta y fueron más allá: María Luisa no podía tener la ayuda a domicilio que le permitiera tener a su hermana con ella y sobre todo que evitara que ella estuviera durante las mañanas sola porque no había dinero.
«Con las piernas colgando»
En ese momento, Lino asegura que se quedó «con las piernas colgando». Se sintió engañado y con el paso de las horas ese enfado se convirtió en rabia, porque «están todo el día prometiendo a bombo y platillo las ayudas que contempla la Ley de Dependencia y después resulta que para ponerlas en práctica no hay dinero».
El hijo de María Luisa dice que la residencia de su tía Francisca la están pagando entre los hermanos, pero que todos ellos son trabajadores y no podrán seguir haciendo frente a su coste durante mucho tiempo más. Lo que más le duele es que la Administración les haya engañado.
La Junta y el Ayuntamiento han concedido a una familia de Sevilla las ayudas previstas en la ley de Dependencia, pero alegan que no se las pueden hacer efectivas por falta de presupuesto
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