La misma vida
Científicos británicos han comenzado a relacionar los altos niveles de testosterona –hormona masculina- en el líquido amniótico de las futuras madres con problemas de autismo en el recién nacido. Y empieza a despertarse la polémica: “¿Qué perderíamos si niños con autismo fuesen eliminados de la sociedad, como en el caso del síndrome de Down?”. “La amniocentesis podría detectarlo, pero ya no se trata tanto de eliminar como de prevenir: un niño con autismo y aislamiento social o de lenguaje puede desarrollar grandes capacidades en música o matemáticas”. “Los padres podrían prepararse para ayudar al hijo cuando nazca”.
Se observa una diferencia esencial. ¿Dónde radica? ¿También la sociedad tiene dos hemisferios cerebrales? La productividad y la razón, frente a los sentimientos, ¿serán más propias del izquierdo?
Kalil Gibrán lo definió muy bien: “Tus hijos no son tus hijos, / son hijos e hijas de la vida / deseosa de sí misma. / No vienen de ti, sino a través de ti, / y aunque estén contigo / no te pertenecen”. Pero claro, en lo que toca a discapacidades todo cambia, en apariencia al menos. Hay un modelo eugenésico: el que respondería a la experimentación con el dolor en el cuerpo de Hurbinek, aquel niñito mudo y paralítico en el campo de Auschwitz. Hoy prima otro modelo asistencial, mucho más solidario y protector: a una pareja con discapacidad intelectual se le quita el bebé nada más salir del paritorio –sucedería en Cádiz hace sólo unos días-.
¿Es lícito abortar porque al feto le falte alguna mano? Grandes profesionales del mundo de la música, la comunicación o el deporte nacerían sin ambas. ¿Sería más humana una lógica ley de plazos? ¿Hasta las treinta horas, cuando el cigoto sufre su primera escisión? ¿De los cuatro a los ocho días, tiempo en el que la mórula se transforma en embrión y se aposenta en el útero? De tres semanas al mes, se modelan los órganos y una forma ya humana de por vida. Y con veinticuatro semanitas se escuchan y desean las nanas de mamá.
Una semana más y Aya Jayne, hija de la patinadora británica Jayne Campbell y de su esposo egipcio, nació a los dos días de fallecer su madre. No ha sido la primera.
Más allá del espejo, donde el tiempo se siente de una forma diversa, donde Gervasio Sánchez seguirá retratándonos a madres mutiladas con sus niñas, la vida simplemente os impone su ley.
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