(17/06/2008)
Siempre solemos recordar la apelación que Goethe hacía al arte: Primero, que sea arte y después lo que quiera. Pues bien, en la muestra colectiva de obras de alumnos/as y profesoras/res del Máster de Pintura de Salvador de Bahia, que por razones tan emocionantes como anecdóticas, podemos ver en la Sala de exposiciones de La Alhóndiga, vemos reflejada esta pretensión de aunar arte y valor, compromiso y creación, ética y estética, de manera sobresaliente, ya que todas las obras expuestas han sido generosamente donadas a la Asociación de Afectados de Polio y Síndrome de Post-Polio de Castilla y León. En esta ocasión sí que, recordando a Machado, podemos decir que sabemos aunar valor y precio en estas obras y en esta actitud tan solidaria. Es de suponer que semejante tesoro artístico redundará en beneficio de ambiciosos proyectos ya iniciados por la asociación. De momento veamos las obras, disfrutemos de su trabajo generoso y busquemos una implicación a sus mensajes.
La exposición nos muestra el resultado de un campo temático de trabajo en el Máster, la indagación poética sobre las relaciones entre el hombre y su entorno urbano. Ahora que ya hemos resuelto de forma casi dominante nuestro habitat en la ciudad, ya que en los próximos años más de la mitad de la población mundial será urbanita, empezamos a vivir con agobio las contradicciones que este modelo está generando. Los problemas de insostenibilidad del paradigma de desarrollo que hemos venido construyendo se hacen cada día más visibles, cuando no dramáticos, en la ciudad, no sólo por los bloqueos a la movilidad, sino por la sensación de estar participando de formas de vida desequilibradas, abusivas, estresantes y, en el fondo, plenamente injustas. Las obras expuestas nos proponen reflexiones sobre la forma de vivir, sentir y pensar la vida cotidiana en la ciudad, desvelando los resquicios y tensiones que amalgaman una convivencia muda y un tránsito tan ruidoso, como lleno de incomunicación. La utopía moderna de la ciudad repleta de signos elocuentes y bellos no siempre se ha cumplido.
Ahora nos preocupan las heridas abiertas en el tejido urbano, que a duras penas somos capaces de suturar. Bellas y potentes son las costuras de imágenes y los collages de síntesis imposibles de Graça Ramos. Remiendos de realidad.
Necesitamos conformar e imaginar nuevos relatos que den sentido y orienten nuestro deambular desorientado, cuando no perdido, por el laberinto de las grandes redes que delimitan un paisaje sólo circulable en direcciones preestablecidas, veloces pero unidireccionales, sin capacidad alguna de alteración y de permeabilidad.
Se trata de resignificar con nuevos textos las huellas tanto físicas en los muros de los edificios, como emocionales en la piel de nuestros cuerpos y más aún de nuestras almas opacas. Hay que volver a imaginar geografías soñadas en la ciudad, en nuestros cuerpos compartidos. Por encima de discapacidades, como Jane Saült, sugerir nuevas actitudes que descubran y compensen poéticas solidarias.
Las ciudades no pueden representan cárceles frías ni cepos silenciosos, como nos muestran las obras de Jaci Mattos o Fábio Andel.
Buscamos una nueva identidad que dé valor de ciudadanía a los conflictos cotidianos.
Pedimos al artista que nos muestre los nuevos retratos en los que reconocernos y en los que percibamos las expresiones más sensibles y aceptables no tanto en términos de intereses especulativos sino de emociones inteligentes y defendibles.
Tratamos de representar en colores, formas y texturas la nueva ciudad, más allá de represiones y soledades, buscando analogías que retoricen los nuevos discursos y narraciones del hombre y la ciudad, como si de un mismo cuerpo se tratase.
Percibimos un buen catálogo de gestos tan inquietantes como, a veces, esperanzados sobre las rupturas y fragmentaciones que nos desazonan. Buscamos suturas a los cuerpos dispersos en calles sin cartelas o en edificios sin coberturas que nos protejan, como nos muestra Elizabete Áctis o Devarnier Hembadoom.
El hombre y la ciudad. Nuevas claves para un nuevo tiempo, urgido de relatos elocuentes que vuelvan a darnos cobijo en nuestros cuerpos y en nuestras casas, formando así ciudades solidarias, sostenibles y, sobre todo, justas. De esto hablan las obras expuestas en La Alhóndiga.
Colectivo de artistas
La exposición "La ciudad y el hombre" está formada por más de treinta obras de 19 artistas brasileñas y brasileños, excepto un mexicano, vinculados todos, como profesores o alumnas/os, a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Federal de Bahia (Brasil).
El magisterio y la impronta tanto formal como ética de la profesora Craça Ramos es evidente y emocionante en todos ellos, sin que por ello cada uno de las/os artistas renuncie a su personalidad y lenguaje particulares.
Alessandra Menezes. Áurea Madeira. Bené Santana. Devarnier Hembadoom. Elizabete Áctis. Fábio Handel. Graça Ramos. Jaci Mattos. Jane Saült. Jairnilson Veloso. Lédna Barbeitos. Luís Aguilar. Margaritta Lamêgho. Maria Conceição P. Daltro Leal. Miriam Nascimento. Nelson Magalhães. Paulo Roberto F. Oliveira. Rosa Alice França. Wagner Lacerda Oliveira.
La profesora Margaritta Lamêgho, vinculada a Segovia por motivos profesionales y personales, profesora de Dibujo Anatómico, con una obra muy bella e inquietante titulada "Corpos híbridos", y no vinculada a la Facultad de Bellas Artes, pero sí al Máster de Salvador de Baia (EBA - UFBA), ha generado la convicción necesaria en todos para que la experiencia haya culminado con éxito y las obras de estos artistas, consagrados unos y noveles otros, estén colgadas en las paredes de La Alhóndiga.
En su diversidad de propuestas, a todos les unen tres constantes: la alta calidad formal de sus obras, herederas de técnicas gráficas complejas y consolidadas, como el fotocollage, con una impronta cromática poderosa y un empeño de integración y de diálogo de estéticas y poéticas alternativas más allá de fronteras biografías; unas referencias explícitas a autores y herencias vanguardistas, como Tápies, Guayasamín, Torres García y la Escuela del Sur, Delaunay, Lucio Muñoz, entre muchos… y en general un tono expresionista y matérico, aunque sean propuestas escasamente abstractas, "nada norte-americanas", al decir de la profesora Margaritta Lamêgho; y, finalmente, un arte comprometido con unos valores tan críticos como solidarios con la realidad social que les rodea no sólo en las favelas de su entorno más inmediato sino en nuestras mismas contradicciones personales. De ahí que el tema común sea la realidad humana en todas las obras. El hombre como asunto, la ciudad como paisaje, ambos como compromiso. Sólo así entendemos esta exposición.
Rodrigo González Martín
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