Llevo días con una necesidad enorme de escribir. Pero me pongo delante del ordenador y no me sale nada, absolutamente nada. Me da rabia y hasta me cabreo conmigo misma. Nadie me ve ni me escucha, pero cuando termino con mi propia pelea me siento fenomenal. Menos mal que nadie me ve ni me escucha, si no me llevarían directamente al manicomio.
Hoy no tengo ordenador, así que, aquí estoy escribiendo a la antigua usanza, tal y como escribía mí admirado Federico García Lorca, Antonio Machado o tantos otros escritores a los que hoy en día admiramos y que murieron sin saber y ni tan siquiera imaginarse la popularidad que han llegado a alcanzar sus obras. Muchas veces deseo tener su facilidad para plasmar en un papel en blanco, los sentimientos, las emociones, las alegrías y tristezas, las inquietudes… etc.
Aquí estoy bolígrafo en mano intentado saciar esta necesidad, escribiendo lo primero que se me viene a la cabeza. Lo escribo a bolígrafo para luego en casa pasarlo al ordenador y así compartir el texto con toda aquella persona que quiera leerlo y aguante hasta el final.
Me encuentro en un marco inigualable. Es precioso, pero puede ser que te de paz o que te de ansiedad, según el estado de animo en el que te encuentres.
Estoy sentada en un banco de piedra que hay en el jardín de mi casa, la mesa también es de piedra. Me hallo rodeada de pinos, rosales con rosas de todos los colores, mis favoritas las rosa blancas. También hay naranjos limoneros, olivos y flores de muchas clases y colores.
De fondo se oye las risas de mis sobrinas tirándose por el tobogán y columpiándose en sus columpios. Mas lejos se escucha el sonido del agua que sale por la depuradora de la piscina y el canto del canario que canto con los propios ángeles aunque a veces te pone la cabeza loca de tanto cantar.
Aun más lejano y poniendo mucha atención se puede escuchar el cacareo de las gallinas, el graznido de los patos, el arrullo de las palomas y de las tórtolas, los ladridos del buenazo de Rintín y de los pequeños e imparables Sebastian, Flandes, Primavera y Blanca Nieves. Mi querido Rintín, es un viejo pastor Alemán que ya no tiene ganas de mucha juerga, le gusta estar tranquilito sin que nadie lo moleste. Sin embargo los cuatros pequeños cuyos nombres pusieron mis sobrinas sacados todos ellos de cuentos infantiles, son cuatro torbellinos que arrasan con todo a su paso. Junto al concierto de estos sonidos de animales, también se puede escuchar de vez en cuando el relinchar de mi gran amigo y cómplice Surtán. Mi caballo blanco que el pobre se ha tirado un año lleno de complicaciones. Primero una pupa que no se curaba ni a tiros y luego estaba en su corral, vino una especie de tornado, levanto una chapa del tejado de su cuadra con tan mala suerte que fue a darle en el ojo y estuvo apunto de quedarse ciego. Al final todo salio bien y en la romería de la Virgen de Guadalupe lo llevo mi padre y para mi era el mejor caballo de todos.
“Mi querido Surtán, no sabes cuanto lamento el no poder montarte e irnos los dos de paseo como lo hacíamos hace tiempo.”
Mis sobrinas me reclaman para jugar y maquillarnos, así que suelto el bolígrafo y lo cambio por lápiz de labios, sombras de ojos y coloretes.
Al menos he saciado un poquito la necesidad.
1 comentario:
Sigue dándole a la pluma Paqui, porque he disfrutado del entorno como si estuviera ahí mismo. Esperamos más historias por ejemplo de Surtan tu encantador amigo.
Besos y a por más
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