Dani es un niño de 10 años con TEA (Trastorno de Espectro Autista), una realidad que no le hace ni mejor ni peor que al resto de los niños, sino con unas necesidades de apoyo diferentes, para ponerle en el nivel de igualdad del resto de sus amigos, familiares y compañeros y que pueda con ello llevar una vida en inclusión con la sociedad a la que pertenece y que le pertenece.
Esto es
posible gracias a la asistencia personal, una figura humana poco aplicada en nuestro país reconocida a través del artículo 19 de la Convención Internacional de los derechos de las personas con discapacidad, así como el artículo 19, también, de la mal llamada ley de Dependencia.Una figura que de extenderse y aplicarse supondría un apoyo directo y personalizado para muchas personas con diversidad funcional y sus familias, creación de empleo directo y un considerable ahorro en gasto social tantas veces ineficaz e innecesario, que se traduciría en garantía de un derecho social, además de en inversión social justa, eficaz y productiva.
Os dejo con la presentación de este video que habla por si mismo y que viene a demostrar que imposible es solo aquello por lo que ante el desconocimiento nos rendimos.
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