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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







maito:%20msierrahoyos@gmail.com







































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sábado, enero 19, 2008

A propósito de hipocresías: ¿Por qué no capturamos sus orígenes?


Quizás la base de nuestro comportamiento social está en más ocasiones de las necesarias conformada sobre el principio de la hipocresía, la doblez, el fingimiento, la capacidad de manifestar de una forma verbal o conductual justo lo contrario de lo que estamos sintiendo, sobrevenido posiblemente de una conceptualización errónea ante aquello que nos resulta diferente y que acabamos segregando de nuestro concepto de normalidad en las diferencias como un hábito adquirido.

A muchos de nosotros nos resulta mucho más fácil prejuzgar que preguntar o simplemente averiguar en las similitud y la diferencia que puede existir entre los demás y nosotros mismos, tal vez porque el trasfondo de todo ello es el miedo a enfrentarnos a nuestras propias preguntas y respuestas. Enfrentarnos a la construcción o deconstrucción de nuestra propia realidad como entidad humana.

Y ser hipócrita en toda su dimensión, es o debería de ser por el contrario algo bueno, si nos basamos en el origen de la hipócresia que procede, de la representación de papeles sociales diferentes a los nuestros. A los actores griegos en la antigüedad se les denominaba hipócritas y el fin último de sus actuaciones era el hacer comprender al espectador, al igual que los actores otras realidades a las que cualquiera en cualquier momento de nuestra vida podemos o no enfrentarnos.

La diferencia es que entre el hipócrita de la antigüedad y el hipócrita actual está la traslación del concepto, por lo que quizás muchos conceptos no son más que el valor que como sociedad sepamos atribuirles.

Saber fingir el papel de los demás y procurar con ello alcanzar o aproximarse al nivel de su sentimiento, sinceramente pienso que es un acto de hipocresía sana y que representa sin más lo que ahora los psicólogos denominan empatía como una de las cualidades primordiales del desarrollo de la inteligencia emocional, que todos los seres humanos en mayor o menor medida y dependiendo de múltiples factores, tenemos.
Sin embargo el conjunto de conceptos equivocados y reglas en nombre de una moralidad colectiva adquirida y no cuestionada de las sociedades que componemos ha convertido la hipocresía en un elemento más de discriminación social.

En el anecdótico relato que nos cuenta Paqui que ayer mismo aconteció, situación a la que como ella estoy demasiado acostumbrada a lo largo de mi vida dentro de un mundo que nos cataloga en la diferencia y segregación que por otra parte nos resbala, detecto los dos actos de hipocresía, a las que me vengo refiriendo.

1.- El del grupo hacia Paqui: Negativo y desvirtuador del concepto, porque si el hipócrita es el actor como individuo, está colectivizando un papel que solo a él o ella le pertenece, con lo que está demostrando una despersonalización manifiesta, en aras de un guión que carece de interpretación y solo presenta reglas. No pasan de ser simples extras.

2.- El de Paqui hacia el grupo: Positivo, pasivo, reflexivo y empático. Es capaz de ver en el grupo lo que el grupo no ha pretendido ni querido ver en ella porque su papel colectivo es menosprecio y nunca se han cuestionado el por qué. Mientras Paqui detecta la imposibilidad de enfrentar razonamiento a irracionalidad o mecanismo colectivo inconsciente. Finge desde el silencio y la no resistencia, el papel de ninguneo que se la atribuye. Sabe lo que es sentirse ninguneada y como buena hipócrita, se adentra, enseña y aprende porque sabe que ahí no concluye su acción evolutiva. Esa ya no tiene freno.

Más hipocresía por favor. Pero de la buena. Con menos extras y más estrellas principales.

Gracias Paqui, tus aportaciones, al menos para mi, son siempre muy valiosas y acertadas.

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