Hace algún tiempo yo también vivía esas mismas dudas y esos mismos temores que nos has puesto de manifiesto, pero con una diferencia: no era capaz en muchas ocasiones ni de darme el permiso de pensarlo como tal, pese a la necesidad y el deseo, porque los tabúes a los que aludes me impedían hacerlo sin sentirme culpable.
Es cierto que esta sociedad, que arranca desde núcleo más íntimo parece imponernos la asexualidad como uno de los fenómenos de nuestra diferencia, tal vez porque se nos ve como seres a ser protegidos y en cierto modo aniñados. Pero también es cierto, que ni al mar, ni a la naturaleza en sí pueden ponérsele puertas de forma alguna y eso es para mí, sin duda lo que vienes de forma tan sencilla y magistral a aportarnos. Porque las cosas grandes, se dicen de forma sencilla, sin tecnicismos ni recovecos.
Las fantasías sexuales, son una de las cosas más bellas de que afortunadamente disponemos las personas, cuando hemos aprendido a reprimir tanta represión impuesta. Soy de las que opino quizás como muchos sexólogos, que el gran motor de nuestra sexualidad, está en nuestro cerebro y en el buen o mal uso que de él hagamos para canalizarlo en forma de un placer sexual del que sola y únicamente nosotros somos dueños, ni siquiera la compañera o el compañero de camino, en caso de llegar a tenerlo.
La diferencia entre el resultado de la sexualidad desde la soledad o compartida, no tiene porque ser otra que el simple acompañamiento o por el contrario la soledad. Luego el hecho de haber llevado a la práctica el coito o no, al menos para mí, no suma ni resta placeres cuando eres la dueña plena de tu sexualidad y sabes lo que tu cuerpo y tu como persona que piensa y siente deseáis para canalizar esa energía vital que en este caso como mujeres, llevamos dentro.
De ahí que esa primera vez, suele ser tan buena o tan mala como nosotras mismas, en función de tabúes y del acompañamiento nos acabemos procurando. Y precisamente porque esos tabúes están demasiado arraigados en nuestra sociedad, digan lo que digan, en muchas ocasiones acaba siendo soso o incluso traumático, pero como bien dices todos repetimos. Y repetimos de la forma que sea porque va con nosotros y forma parte de nosotros como el respirar, así de simple.
Todas las mujeres tenemos miedo a la ruptura del himen y ese posible sangrado que en tantas ocasiones se ha exagerado, cuando luego cada himen es el que es, más o menos elástico y también, como todo va en función de esos factores mentales de relajación, calidad del deseo y pérdida de temores el resultado final de esa primera vez que acaban provocando una mayor o menor lubricación y relajación muscular que puede acabar haciéndonos la cosa más o menos placentera, más o menos tortuosa.
La situación particular de tu mioma no tiene porque restarte placer alguno, cuando como bien nos expones eres dueña de tus deseos. Así que tranquila, porque solo nos resta placer la traba, el tabú, la represión, la imposibilidad de dejar volar nuestra mente y de darle libertad a nuestro cuerpo.
Muchas gracias por tu aportación y por esa amenaza de seguir poniendo sobre el tapete, cuanto sientes y piensas con transparencia, porque de ese modo te conviertes en un claro ejemplo de que es posible que todos venzamos nuestros miedos.
Un beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario