¡Ay madre, como está el mundo!
Es curioso ver como nuestra realidad social, política y económica empieza a cebarse contra determinados colectivos sociales, sin que ello genere alarma alguna en nuestro entorno. A veces basta con un simple: “¡Ay, madre mía, como está el mundo! para que acabemos demostrando el poco interés que en el fondo nos suscitan determinados colectivos que nos son ajenos y nos parecen tan improductivos, “feos” e incluso molestos.
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