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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







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viernes, mayo 01, 2009

¡Que el paro no te pare!

Ángeles Cácerres

Informacion.es » Opinión



Mayo florido y hermoso


ÁNGELES CÁCERES



Hace no tantos años, tal día como hoy las fuerzas vivas del país, los poderes públicos que se decía, programaban eventos multitudinarios de mucho tirón popular, mayormente corridas de toros con maestros de campanillas y partidos de fútbol con equipos eternamente rivales. Era la manera de mantener entretenido al personal, distrayéndolo con derechazos y penaltys para que no se le pudiera pasar por las mientes liarse a rememorar viejas luchas obreras. Porque las cuestiones del trabajo tenían que estar exclusivamente en manos de los sindicatos verticales, imbuidos como nadie ignora del bizarro y disciplinado espíritu que impulsaba a la patria, sin cantearse un milímetro, por el Imperio hacia Dios.

La patria, mayormente, estaba dividida en dos núcleos muy bien diferenciados: los que mandaban, y los que gorra o boina en mano tenían que decir "a mandar, que pa eso estamos". Pero no sólo tenían que decirlo sino también demostrarlo, o sea, tenían que obedecer sin chistar, conformarse con lo que hubiera y además agradecerlo, porque más valía un sueldo de mierda que ninguno y de bien nacidos es ser agradecidos, como bien decían los señoritos de cuna y los superpuestos, o sea, los que nacieron sin posibles pero se habían enriquecido con el estraperlo y la fidelidad al régimen. Así que en España convivían sin esfuerzo la Mariquita Pérez, una muñeca pepona que costaba exactamente el sueldo de un obrero, y las criadas que se ponían a servir para deslomarse de sol a sol por un plato de comida aunque tuvieran que aguantar que les sobara las magras el amo rijoso, más cornás da el hambre.

Tal día como hoy, también, se celebraban las concentraciones deportivas sindicales y los bailes regionales de Coros y Danzas a mayor gloria del benemérito dictador, con un orden y una sincronización que nada tenían que envidiarles a las juventudes hitlerianas, porque como es sabido lo de "mens sana in corpore sano" es una máxima irrefutable, y los jóvenes españoles tenían que tener el corpore como una rosa sin pulgón, porque para eso se les repartía en las escuelas la leche en polvo de los americanos. De modo y manera que tal día como hoy, y el resto de los días del año igual, a nadie con dos dedos de frente se le ocurría ni por pienso mentar los derechos laborales, la seguridad en el trabajo, la reducción de horarios ni, muchísimo menos, la huelga. Vamos, la huelga es que era lo que se dice anatema, más mala e infernal que el mismísimo Pedro Botero con su cohorte de demonios oliendo a azufre.

Pasaron los años (ya lo decía el poeta, "todo pasa y todo queda pero lo nuestro es andar"), y aquí estamos otro 1º de Mayo, dispuestos a echarnos a la calle una vez más. Y esta vez con el dolor del paro angustioso estrujándonos la garganta, con el empobrecimiento fulminante de las capas menos favorecidas de la sociedad ensombreciendo el futuro, y con una destrucción progresiva de puestos de trabajo que pone los pelos de punta. Aquí estamos, en el mismísimo ombligo de la crisis que sacude al mundo, dándole portadas de periódicos a los elegantes culos de la princesa Leti y madame Sarkozy, y cagándonos de miedo por la gripe del gorrino que nos llega de México lindo y querido. Sin detenernos a pensar en las muertes del andamio, el mármol, la mina y la carretera, por citar sólo algunos ámbitos habituales de trabajo. O en los cánceres y las mil tremendas enfermedades devenidas de condiciones laborales desastrosas, como las de Ardistyl o la parálisis del calzado, que parece que se nos hayan olvidado ya.

Aquí estamos, con mayo recién estrenado. Un mayo florido y hermoso, como dice el refrán que tienen que haberlo propiciado, para que el orden de la naturaleza no se resienta, marzo ventoso y abril lluvioso. Pero es que ya ni la naturaleza se comporta dentro de sus cánones porque, harta de tantas agresiones, ha acabado por desmandársenos. Ha acabado por demostrarnos a las bravas que a ella no le manda nadie, por muy señorito poderoso que sea.

Pongamos que esto de la naturaleza sea una metáfora aleccionnadora. Pongamos que los obreros despierten de su letargo, que a los explotados se les hinchen las narices, que los oprimidos decidan rebelarse. Pongamos que alguien les diga a los empresarios que sin mano de obra no hay empresa, y que hasta la mano de obra asiática puede acabárseles porque, antes o después, el ser humano siempre acaba sentándose a pensar, y el paso siguiente al pensamiento es la acción. Pongamos que los pobres se cansen de que las ayudas estatales vayan a garantizar los beneficios de los grandes bancos, mientras ellos se quedan sin un techo bajo el que resguardar a sus hijos. Pongamos que los inmigrantes subsaharianos, aparte de extender junto al Puerto su mísera mercancía de manteros vigilando de reojo que no los pille la policía, deciden pasarnos factura de toda la riqueza natural de sus países que el primer mundo lleva siglos robándoles. Pongamos que los enfermos de sida de África para los que los laboratorios no dan medicinas porque no las pueden pagar, crucen el Estrecho dispuestos a contagiarnos a todos.

Pongamos, en fin, que América siga abriendo caminos de esperanza, como acaba de hacerlo con Correa (el presidente de Ecuador, no el sobornador de políticos españoles) y lo ha hecho ya con Chávez, con Evo, con Lula. Pongamos que ya ningún presidente esté dispuesto a permitir que un rey lejano, fuera de su territorio, le escupa a la cara un prepotente "¿Por qué no te callas?" cuando esté en el uso de la palabra, con todos sus derechos refrendados por las urnas. Pongamos, en fin, que éste 1º de Mayo sea el día de echarnos a la calle porque, ya lo dijo el poeta, "lo nuestro es andar, andar abriendo caminos, caminos sobre la mar". Abrámoslos. Nos vemos en la mani, ¿vale?

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