¿Sabías por qué decimos QUIÉN LE PONE EL CASCABEL AL GATO para expresar que nadie se va a ofrecer como voluntario para una empresa muy arriesgada?
La frase se refiere a la impotencia de los más débiles para tomar precauciones frente a aquellos más fuertes que abusan de ellos. También para referirse a la realización de una tarea complicada o peligrosa, para la que es prácticamente imposible encontrar un ejecutor.
El origen de esta expresión parece estar en un cuento popular, recopilado en el siglo XIV en el Libro de los gatos, que es un manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Nacional, cuyo cuento número 55 lleva por título De los mures con el ratón, y narra así:
Los mures una vegada llegáronse a consejo et acordaron como se podrían guardar del gato; et dixo el uno que era mas cuerdo que los otros: Atemos una esquila al pescuezo del gato et podernos hemos muy bien guardar del gato; que cuando el passare de un cabo al otro, siempre oyremos la esquila. Et aqueste conseio pligo a todos; más dixo uno: Verdat es; mas ¿quién atará la esquila al pescueso del gato? Et respondió el uno: Yo no. Respondió el otro: Yo no; que ni por todo el mundo yo non querría llegar a él.
La historia tiene diferentes versiones pero todas con la misma moraleja. Samaniego, en la Fábula VIII, lo narra así:
Desde el gran Zapirón, el blanco y rubio,
que después de las aguas del diluvio
fue padre universal de todo gato,
ha sido Miaurgato
quien más sangrientamente
persiguió a la infeliz ratuna gente.
Lo cierto es que, obligada
de su persecución la desdichada
en Ratópolis tuvo su congreso.
Propuso el elocuente Roequeso
echarle un cascabel, y de esta suerte
al ruido escaparían de la muerte.
El proyecto aprobaron uno a uno.
¿Quién lo ha de ejecutar? Eso ninguno.
“Yo soy corto de vista.
”Y yo muy viejo.”“Yo, gotoso”, decían.
El consejose acabó como muchos en el mundo.
Proponen un proyecto sin segundo.
Lo aprueban. Hacen otro. ¡Qué portento!
¿Pero la ejecución? ¡Ahí está el cuento!
Y Lope de Vega lo versionó así:
Juntáronse los ratones
para librarse del gato;
y después de largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.
Salió un ratón barbicano,colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
- ¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?
Y yo (Mª Ángeles) añado:
Pues aquel que se atreviera
Dios le pille confesado
que siempre hay rátón comprado
que avisa al gato con tiempo
y así se acaba el invento
de salvar los que se debe
luego...
siempre se salva el que puede
1 comentario:
Sabia matización la tuya, Mª Ángeles, pues...
«de todos conocido es que hay ratones complacidos con que el gato reconocido les pase por su lomo la mano»
Hay que ver la sabiduría que nos participas para que poco a poco despertemos...
¿será posible alguna vez?
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