aquellos tiempos de mi esfuerzo
derrumbado en un cuarto oscuro
Incontables amaneceres exultantes ya perdidos.
Eternas noches derribando muros.
Fuertes turbulencias
que a punto un día estuvieron de matarme,
se han vuelto a convertir en restos mudos.
Y sigo aquí cantando porque aun he de llevarme
aquello que ocultaban los murmullos.
Lágrimas de paz que soplo al viento,
suave frente a mí como un refugio;
lento, acariciante, descubierto
que encierra en su silbido amor profundo
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