«Que Dios me conceda la serenidad para aceptar
las cosas que no puedo cambiar, el valor para
cambiar las cosas que sí puedo, y la sabiduría
para distinguirlas»
Niebuhr Reinhold
ESTA frase introductoria de Niebuhr Reinhold, uno de los principales teóricos de la sociología y la política americana, me invitó a reflexionar sobre todas esas pequeñas y grandes cosas de la vida, sobre las que hablamos diariamente, y nos preguntamos sobre la posibilidad de poder cambiarlas, con objeto de poder construir entre todos una sociedad más justa, más solidaria, más tolerante, y ante todo más igualitaria, donde la igualdad de oportunidades no se convierta en papel mojado, sino en una realidad.
Desde la aprobación de la llamada Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, son muchos los estudios que se han realizado para estudiar a las personas que se encuentran en esta situación, por citar un ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística elaboró en 1999 la encuesta sobre discapacidades, deficiencias y estado de salud. Se trataba de una gran operación estadística dirigida a la población residente en España, que buscaba informar sobre la discapacidad, la dependencia, el estado de salud, y el envejecimiento.
La ley de dependencia, que en los últimos meses ha sido noticia en todos los medios de comunicación, y objeto de debate en los plenos del congreso, ha sido presentada por el gobierno de la nación como el cuarto pilar del estado de bienestar, y ha sido considerada como un instrumento de la política social, necesario para dar respuesta a un gran número de personas con discapacidad, y personas mayores en situación de dependencia, o dicho de otra forma a un gran número de personas que necesitan de la ayuda de otras personas para poder vivir en condiciones de igualdad con el resto de ciudadanos.
Hemos asistido a debates, artículos de opinión, declaraciones en los medios, entrevistas a políticos, donde hemos podido escuchar datos sobre niveles, grados, catalogo de prestaciones, etc., pero no hemos oído hablar de las realidades con las que los técnicos, trabajadores sociales y valoradores se encuentran día a día, de las historias personales cargadas de sentimientos, dificultades, e ilusiones para convivir día a día con aquello que ya sea la edad o la discapacidad nos hace ser diferentes a los demás. Ésa es la realidad, y una persona en esa situación debe de tener una respuesta inmediata, para que quien esta postrado en una cama, y su cuidador o cuidadora, se puedan creer que el estado de malestar se pueda convertir en ese pilar del bienestar, que les permita alcanzar una mayor autonomía, personal, y por consiguiente poder ejercer plenamente sus derechos de ciudadanía.
La única forma de romper la brecha entre ciudadanos y ciudadanas 'normales' y ciudadanos o ciudadanas en situación de dependencia es facilitándonos de manera inmediata los instrumentos que nos conviertan en seres iguales que los demás, con capacidad para mostrar nuestras propias capacidades y realizar nuestro proyecto personal de vida.
Como dirían los actores del anuncio de Acuario, el mundo no esta loco, el ser humano es extraordinario, y por esa razón, hay que entender que la sociedad es compleja, y que como dice el profesor Juan Godoy de la Universidad de Granada, cada ser humano es diverso, singular e irrepetible, y que la sociedad tiene mucho trabajo por hacer si queremos que las cosas, las situaciones y los problemas cambien. Debemos de mirar los retos con ilusión, y pensar en positivo, pensar que la diferencia es una construcción social que nosotros mismos hemos creado, y que nosotros mismos podemos cambiar. Las personas en situación de dependencia dejan de serlo si aplicamos de manera inmediata las prestaciones de la ley, sin dejar de tener en cuenta la importancia que están teniendo el desarrollo de las nuevas tecnologías, y las nuevas perspectivas científico-técnicas centradas en el bienestar, la felicidad y la calidad de vida de todos los ciudadanos y ciudadanas.
Tenemos que ser conscientes de lo mucho que nos gusta inventar términos, y en este caso, en el de personas dependientes, hemos encasillado a personas mayores y personas con discapacidad con la buena intención de ponerle nombre a los problemas sobre los que queremos intervenir, pero reconociendo al mismo tiempo que estamos construyendo un nuevo espacio donde ubicar a las personas diferentes, entendiendo la diferencia como un elemento desestabilizador, como algo opuesto a la norma. Pero la solución no es que la sociedad, fruto de muchas campañas de concienciación acepte nuestra condición de diferentes por ser discapacitados, y no acepte otro tipo de exclusiones, sino que cambie su forma de ver y entender los problemas sociales, y entienda que ser discapacitado no es ser diferente a los demás, o dependiente de otras personas, es ser en primer lugar persona, y después lo que los creadores del Foro de Vida Independiente llamarían personas con diversidad funcional, somos personas que realizamos las cosas de diferente manera en una sociedad diversa, y llena de valores que enriquecen al mundo en que vivimos.
El valor de la diferencia, y la manera de entender la realidad de las personas en situación de dependencia, cambiará en la medida en la que la sociedad experimente un cambio a la hora de construir un entorno más diverso, y sin compartimentos estancos, y, como no podía ser de otra forma, con instrumentos de política social que permitan una aplicación inmediata a las necesidades reales de la población, ya que estamos hablando de personas que se encuentran en situación de especial vulnerabilidad.
José Pedro Sedano Romera
Fuente: Ideal.es
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