Esto es una fiesta. No puede ser de otra manera. Estamos celebrando que todos, individual y colectivamente, hemos llegado hasta aquí, desde los cuatro puntos cardinales del mapa.
Nos sabemos acompañados por aquellos a quienes se les sigue negando la oportunidad de asistir, por motivos diversos. Ellos también están, también son visibles.
Y lo hemos celebrado, lo vamos a celebrar.
Ayer hizo dos años que un grupo de personas con diversidad funcional protagonizó un encierro en la sede del IMSERSO, ante el inminente debate parlamentario de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal, o Ley de Dependencia. El encierro terminó en secuestro.
Una de las conclusiones de ese secuestro, que las paredes nos hacen invisibles, ocultan el maltrato y la falta de respeto a los Derechos Humanos (muchos lo vivimos desde las instituciones o centros residenciales). Había que luchar contra las barreras y actitudes que hacen invisibles a las personas discriminadas por la diversidad funcional.
La invisibilidad se produce por múltiples causas:
• Por segregar a los niños con diversidad funcional y privarles de los medios que posibilitan la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación, el ocio inclusivo, el deporte y las mismas actividades que otros niños de su edad, así como de los apoyos precisos para ello.
• Porque los responsables de hacer cumplir la normativa de espacios y edificios públicos, transportes y servicios accesibles para todos miran muchas veces a otro lado.
• Por segregar de la actividad laboral a las personas con diversidad funcional
• Por impedirnos la participación en igualdad de oportunidades en los procesos electorales, incumpliendo la legislación que obliga que todas las mesas electorales, por ejemplo, sean accesibles.
• Por discriminar doblemente a muchas mujeres, por su condición de mujeres y de personas con diversidad funcional.
“Nosotros queremos que se nos pague un sueldo justo por realizar un trabajo que somos capaces de hacer, y no por trabajos que el Gobierno declara que somos capaces. Queremos que nos sea permitido vivir donde queremos, y no se nos endose a un sitio. No queremos ser obligados a vivir en casas que nunca podemos llamar nuestro propio hogar. Queremos ser parte de la población general, y no confinados a vivir en ghettos . Queremos que nos sea permitido estar fuera después de las ocho por la noche y no ser confinados en nuestros cuartos como niños pequeños. Queremos que nos sea permitido viajar en nuestro propio país. Queremos un trato justo en el conjunto de nuestro país. En primer lugar, queremos derechos políticos iguales, porque sin ellos nuestros impedimentos serán permanentes”. Estas palabras que nosotros hacemos nuestras las pronunció
Nelson Mandela hace muchos años.
Pero dejemos de mirar afuera. Nos reconocemos capaces y responsables de nuestras propias vidas. Basta ya de buscar culpables fuera de nosotros mismos.
Venimos de donde venimos, de unas enseñanzas y actuaciones más o menos erróneas o acertadas. Pero hemos cambiado supervivencia e inseguridad por responsabilidad e independencia. Nuestra culpa, haber sentido miedo, cobardía o acomodo en el pasado, y aquello no ayudó ni nos va a ayudar en el futuro. No sabíamos, no conocíamos, no creíamos (muchas veces no nos dejaron conocer). Pero eso ha cambiado: ahora sabemos, conocemos y creemos. Lo hemos conseguido y lo vamos a celebrar.
Cada uno de nosotros hemos recorrido un largo camino personal hasta llegar aquí. Las lecciones han sido muchas, tantas como los errores, y de todo hemos aprendido. Hemos aprendido que:
• No nos respetarán si no nos respetamos.
• No nos valoraran si no nos valoramos.
• Nadie nos dará lo que nosotros mismos no hayamos decidido antes ya que es nuestro y actuemos para conseguirlo.
• No negociaremos con nuestras vidas ni con la forma de vivirlas; así como nos responsabilizamos de hacerlas plenas, exigimos respeto por nuestras decisiones y la posibilidad de acceder a los medios adecuados para esa plenitud.
Nos sabemos y sentimos libres para decidir, y hemos decidido caminar por nosotros mismos. No vamos a esperar a que nadie lo haga por nosotros, y aceptaremos a todos los que quieran hacerlo a nuestro lado, hoy, mañana y siempre. Es el momento de celebrarlo.
Y eso ha sido el descenso por esta calle de Atocha, una celebración por el camino recorrido. Porque somos historia y presente social, y porque estamos construyendo un futuro con plena cabida para todos. Y de ahí nuestro grito, bandera de nuestra tenacidad:
¡¡¡ SI… SI… SI… VISIBLES EN MADRID !!!
¡¡¡ SI… SI… SI… VISIBLES EN MADRID !!!
¡¡¡ SI… SI… SI… VISIBLES EN MADRID !!!
El camino que falta por hacer no va a ser más fácil, pero ahora creemos en nosotros. Cada año seremos más en esta Marcha, nos exigiremos más y reclamaremos más respeto y compromiso. Desde mañana mismo, cada uno de nosotros seguiremos haciéndonos visibles en nuestro entorno, exigiendo lo que es nuestro, siendo responsables con nuestras obligaciones y exigentes con nuestros derechos. Nos quedan muchas plazas Benavente que tomar y muchas calles Atocha para festejar.
Desde el Foro de Vida Independiente, contagiados por el entusiasmo que esta II Marcha en Madrid ha despertado en muchos y el deseo de hacer visibles en sus pueblos y ciudades a todas las personas con diversidad funcional, se ha creado la Red de Marchas. En todas ellas se leerá una declaración común.
Declaración común de la Red de Marchas
En esta Red de Marchas, las mujeres y hombres discriminados por nuestra diversidad funcional, nuestras familias y las personas que nos apoyan salimos a la calle y a Internet para reivindicar ante la sociedad que:
Somos seres humanos que funcionamos de forma diferente; personas con diversidad física, mental, auditiva, visual, de aprendizaje y otras, que reclamamos y exigimos el reconocimiento de nuestro derecho a vivir con dignidad y plenamente libres.
Somos parte de la enriquecedora diversidad humana; reclamamos y exigimos que nuestras vidas sean valoradas en los mismos términos que las del resto de los seres humanos.
Históricamente, las personas cuyas mentes y cuerpos no funcionan como los de la mayoría hemos sido eliminadas, discriminadas, encerradas en guetos familiares o sociales (cárceles muchas veces), y clasificadas según una visión exclusivamente biomédica. Lo rechazamos de raíz, y reclamamos y exigimos que se nos reconozca como personas, no como enfermos.
Desde el año 2006, con la aprobación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (diversidad funcional) de Naciones Unidas, sabemos que nuestra realidad es una cuestión de Derechos Humanos. Reclamamos y exigimos el cumplimiento de la Convención, así como todos los medios legales, económicos y humanos necesarios para ello.
Reclamamos y exigimos a todos los Estados que los Derechos Humanos se hagan realidad en cada uno de los rincones del planeta, y no se conviertan en meras declaraciones de intenciones o en papel mojado.
Derechos Humanos… ¡YA!
Respeto a la diversidad… ¡YA!
Igualdad de oportunidades para todos… ¡YA!
Derecho real y efectivo a elegir cómo queremos vivir… ¡YA!
Instrumentos para hacer real nuestra elección… ¡YA!
Nada sobre nosotros/as sin nosotros/as… ¡YA!
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