Y mientras llega la lenta justicia, que a muchos ya no les alcanza, nosotros nos vamos muriendo.
Nuestro más sentido pésame compañeros.
Traslado esta entrada a los blogs, para que de Alfonso y de todos los compañeros que se han ido marchando, perdure y llegue el recuerdo.(MASH)
Sentada del 15 de julio de 2010
Fuente: Escribiradrede
ALFONSO GÁLVEZ SÁNCHEZ
La última foto de Alfonso que conservamosEl viernes 9 de julio, más a las cinco que a las ocho de la mañana, ha muerto en el hospital Severo Ochoa Alfonso Gálvez, diverso funcional y autor de Jaula de oro. Ha muerto como había vivido estos últimos años, gritándole al silencio que le rodeaba e implorando una mano de la que agarrarse. Ha tenido suerte en el tránsito, pues no murió solo ni tuvo durante estos días últimos, en el hospital, ningún episodio agudo de dolor físico. Sus cuidadores de los últimos meses fueron con Alfonso especialmente atentos y delicados. Tuvo suerte por fin en la vida, le toco ser atendido por los que más le respetaban y admiraban, quizá sus mejores amigos. Como ellos dicen, Alfonso le supo sacar jugo a la vida. Su infelicidad de los últimos años ni siquiera borró su belleza y su sonrisa. Ahora, en nuestro recuerdo, ya nunca más volverá a estar solo.
Y fue enterrado el sábado en Alicante, en la tumba de su madre, y hasta allí le acompañó una corona de flores de sus amigos, los adredistas de Leganés.
EN TU RECUERDO, ALFONSO
Carmen
Tengo un cabreo enorme porque Alfonsillo, nuestro gran vaquero, vagabundo y cuatrero robaperas, que se hizo escritor para contarnos su vida y, sobre todo, para romper el silencio a que le condenaba su ataxia, ha dejado de vagabundear entre el cielo y el mar, como canta Serrat.
Para quien no lo sepa, el miércoles pasado ya estaba si me voy o no me voy. Pero Alfonso ha aguantado a la muerte como un león. El oxígeno y la morfina le ayudaron a mejormorir que otros colegas de su misma cojera, traidoramente progresiva. Alfonso peleó y habló hasta el final, pero al fin Doña Calavera lo derribó el viernes, 9 de julio de 2010. Nunca cumplirá cincuenta años.
Él y yo coincidimos también en el CAMF de Alcuéscar, y me traía sellos y lotería, que yo tenía miedo a salir a la calle. Estábamos juntos en el grupo de teatro, aunque él tenia muchas peleas con Mayca, la dire, cuando le tocó hacer de mangante llorón y cobardica, en unas marionetas, en los ensayos de las recitaciones. Yo la verdad es que estaba colgada al cuello de la directora, de peloteo total. Pero Alfonso, no, y estuvo a punto de dejarlo cuarenta veces. Le ponía a Maica de los nervios. Hasta que lo dejó.
Yo nunca aguanté su obsesión con la religión, lo de su dios y todo eso. Me hablaba de ello y me ponía enferma. No creo en nada ya y espero, sin embargo, que su dios le reserve un buen lugar entre los benditos.
Cómo me gustaría escribir con la sencillez que lo hacía Alfonso.
Yo, que ahora me quejo de casi todo, tengo el consuelo de que mi brother está cerca y ceno algunas noches con él. A Alfonso, desde que perdió a su madre, ni un mal chucho le ladraba.
Este grupo de escritores borroneros y gastatintas quedamos aún más diezmados sin tu voz, Alfonso. Se fue Raúl este invierno, como se fue Rosita. Y más antes, Carmen. Y estos días, como tú, cruelmente, Glorita Montero, una adredista desde lejos que no conocías y que hoy tendrás de vecina en el huerto silencioso.
Os vais todos y nos quedamos más solos en este taller. Me arrepiento ahora de no haberos hecho más caso. Y de no haberte acompañado más a ti, en este último año en que estuviste tan postrado.
Alfonso, que tu inocencia y sencillez nos ilumine.
Besotes a todos. La Gastona
HeavyMetal
Espérame allí muchos años, compañero, no tengo ninguna prisa por subir, ya nos veremos.
¡Cuántas cosas hemos hecho juntos! Que al principio de llegar yo aquí, estabas dando las últimas pinceladas con tu silla eléctrica.
Íbamos juntos al cine y a la verbena de san Isidro. Por entonces tenías la vista perfecta.
De esto hace un mogollón de tiempo. Serían los años 98 o 99, yo qué sé. Porque yo entré aquí en el 96.
Por aquellas fechas también empezamos el Taller de Escritura con Andrés.
Han pasado muchos años y nos hemos hecho viejos.
Hasta siempre, amigo, hasta la eternidad.
Gabriel
Rosa II
Eras un luchador de primera, incluso con tu libro Jaula de Oro, que tanto me gustó, y que conseguiste escribir gracias al taller de escritura de Andrés, que allí te podías desahogar, rodeado de los compañeros y de los asistentes del taller de Andrés, que son gente estupenda. Ahora ya vives en un mundo mejor, como tú querías, sin dolor, descansando, como mi marido. Pero aquí has dejado la maravilla de tu libro y una amistad fuerte con todos los compañeros del taller de escritura, que no te van a olvidar jamás. Y ya me voy, me callo, triste, porque se fue un escritor. Y otros compañeros, que también me duelen. Os vais y nos quedamos más solos.
Tu compañera Rosa (en San Andrés de Rabanedo)
Chiqui
Conocí a Alfonso en el CAMF y le recuerdo como un luchador nato. Nada le detenía, a pesar de su enfermedad, ni la lluvia ni el calor, siempre estaba en la calle por muy mal que se sintiera...
No me extrañaba nada que se dedicase a vender lotería, la calle era su medio.
Recuerdo que, cuando yo estaba en Leganés, un día volvió al centro todo magullado: se había caído de la silla y venía riéndose de la caída...Un beso, Alfonso
Chiqui (en Alcuéscar)
Adredista 2
Junto a esta imagen misteriosa y terrible, guardo otra no menos sorprendente e incomprensible, que es su sonrisa…¡Ah, amigos míos! Por una sola de esas sonrisas de sus labios resecos, que como un rayo de luz surgían desde el pozo insondable de su conciencia para obsequiar a cualquiera que se le acercara a su cabecera con palabras de aliento, me considero pagado, si algo hice por él y por lo que pueda hacer por cualquiera en el futuro.
Alfonso ha sido, o mejor dicho es, porque su recuerdo nos va a acompañar siempre, un luchador que nunca, nunca, nunca tiró la toalla y que tenía confundidos a médicos y enfermeras, que muchas, muchas, muchas veces le dieron por muerto. Un enamorado de la gente y de la vida que necesitaba la cercanía de los demás como el aire, tan escaso, que le llegaba con esfuerzo a sus pulmones.
Y no me olvido de su faceta como escritor incansable, del que guardo en mi ordenador por cientos las páginas en donde, jinete sobre un caballo imposible o conduciendo un coche robado o sobre su silla eléctrica o…, recorría el desierto americano haciendo de Capitán Jonny o las calles concurridas de Londres y New York coleccionando ojos humanos o buscándose una novia entre las reponedoras de las estanterías del ALCAMPO…
Un sueño, este de andar de un lado para otro, que ahora va a cumplir con creces por los caminos del cielo, ¡y sin necesidad de su silla eléctrica!
¡Hasta siempre, Alfonso!
Manuel
Paco
Pues descanse en paz el amigo Alfonso. Antes de leer su libro "Jaula de oro" le conocía únicamente por ser el chaval de la coleta que vendía lotería en la puerta del mercado, siempre sonriente y aparentemente ingenuo. Después, al leer la crónica de sus peripecias descubrí sus luces y sus sombras, una vida muy, muy dura, un temperamento obstinado y cierta dificultad, aprendida en duras lecciones, para empatizar con los que suponía más débiles. Y he aquí que la vida le colocó en el lado de los cojos, el paradigma de los débiles, y los otros, los fuertes, le jugaron todas las malas pasadas que se pueda imaginar, y le engañaron y le arrinconaron en una residencia, como hacen con la mayoría de nosotros. Se revolvió contra aquella situación como gato panza arriba, luchando en todos los frentes, en los acertados y en los equivocados, y perdió en casi todos. Pero por lo menos tuvo la oportunidad de extraer lo mejor de sí mismo y de vivir intensamente desde la debilidad, un lugar que jamás habría elegido y que no tuvo más remedio que ocupar.Un fuerte abrazo para ti, Andrés, que fuiste su altavoz durante los últimos años, y para Manuel, que además de altavoz, fue sus brazos y sus piernas en muchas ocasiones. Paco
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