Por Manuel Rodríguez
Sé, amigo, que este examen pasado inmediato, el que afrontaste contra la muerte y a la que venciste, te ha hecho más fuerte aún, a pesar de que la batalla fue muy dura, pero exitosa al fin y al cabo. Por ello estoy seguro que sabes paladear aún con más placer y con mejor valoración esas pequeñas cosas que conlleva el día a día y que seguro reafirmarán tu condición de buena persona, a la par que sabrás elegir lo importante, lo esencial y lo cercano. Las muchas nimiedades secundarias que decoran nuestra existencia deben quedar a un lado, pues para nada sirve hurgar en ese absurdo juego de mediocridad, medias tintas, intolerancias, descréditos, campañas publicitarias llenas de burbujitas multicolores pero sin cohesión; aptitudes que chocan con las actitudes y que no son ni más ni menos que indicativos de nuestras pobres exigencias éticas.
Confío también en que sabrás olvidar esas palabras y frases escritas en mala hora, esas palabras inacabadas que no merecen ser recordadas, esas dudas de compañeros y nombres de falsos amigos; incluidos demasiados silencios dilatados y demasiadas veces complacientes.
Amigo, te queda la vida y con ella, como antes comentaba aquellas pequeñas cosas, aquella esencia que entraña la propia vida; la de los tuyos, la de tu entorno próximo. No malgastes tu tiempo en iras, ni siquiera en posibles cobros de deudas pasadas, tampoco en tristezas no comprendidas ni empatías mal interpretadas. Es un tiempo perdido inútil y ello no satisfará ni tu valoración actual ni la que le importa a los que te quieren bien y seguro están atentos a posibles tropiezos.
Mira adelante y olvídate de miserias humanas, aunque a veces se sienta vergüenza ajena, inconfesable pero ajena y pelleja. Olvídalas porque no es esencia; no es pureza, a pesar de que a menudo se sienta un desconsolador malestar y una profunda sensación de dolor en el alma.
Los falsos credos, las hipócritas alabanzas que llenaron las bocas de algunos no deben coartar tus ganas de luchar contra tu enfermedad actual, ni cansarte y minarte en batallas de desacuerdos del género humano y muchas veces teñidas de mentiras y campañas innecesarias. Esas diferencias, reflejo de la diversidad ética del ser humano no deben desgastar a quien ha sabido afrontar con tanta dignidad su pasado y su presente límite con lo que irremediablemente a todos nos llegará, pero que en la actualidad tuvo que marcharse. Ahora sigues en el mundo de los vivos, con sus diferencias y analogías; con sus miserias y grandezas; con sus injusticias y nobles coherencias; con sus mentiras y honestas miradas; con sus promesas incumplidas y hombros de apoyo; con sus cobardías y exceso de valentía; con sus insensateces y la lógica más edificante; con sus desatinos y aciertos plenos; con sus falsas filosofías y pura honradez ética; con sus hipocresías y honradez extrema; con sus prejuicios y abrazos solidarios; con sus vergüenzas ajenas y admiración secreta; con sus resentimientos y bondades ante el perdón…Elige, vive. Sé que lo harás bien. En ello y en ti confío.
Para ti, Teuladi, de un amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario