Hay lugares que nos acercan olores a la mente, imágenes que nos hacen saborear recuerdos, brisas que nos arrastran y momentos que nos traen canciones. Supongo que, alguna vez, todos hemos escuchado una preciosa canción de Bob Dylan llamada “Mr. Tambourine Man” (http://es.youtube.com/watch?v=XRbeUnn-AUA). Hoy el viento la ha posado sobre mí y me la ha devuelto, quizá sólo haya sido un préstamo y por eso, antes de que vuelva a marcharse, quiero compartirla.
Eh, Señor de la pandereta,
toca una canción para mí,
no tengo sueño
y no hay sitio a donde pueda ir.
Eh, Señor de la pandereta,
toca un canción para mí,
en la mañana tintineante
te seguiré.
Aunque sé que el imperio de la tarde
se ha vuelto arena
esfumada en mi mano
me ha dejado a ciegas aquí de pie
pero no puedo dormir.
Mi fatiga me sorprende
estoy marcado a mis pies,
a nadie tengo que encontrar
y la antigua calle vacía está
demasiado muerta para soñar
Llévame de viaje sobre
tu mágica nave giratoria
mis sentidos han sido despojados
no puedo sentir el apretar de mis manos,
tengo los pies demasiado entumecidos
para andar
sólo esperan en mis los tacones de mis botas
para errar.
Estoy listo para ir a cualquier lugar
estoy listo para desaparecer
en mi propio desfile,
lánzame a mi paso tu hechizo danzante
prometo que me someteré.
Aunque pudieras oir una risa,
girando, dando vueltas locamente
bajo el sol
no se dirige contra nadie,
y salvo por el cielo
no hay barreras delante.
Y si oyes vagos vestigios
de saltarines tornos de rima
al ritmo de tu pandereta
es sólo un payaso andrajoso
yo no le haría ningún caso
lo que ves es sólo una sombra
que él persigue.
Hazme luego desaparecer
tras los anillos de humo de mi mente
bajo las brumosas ruinas del tiempo
más allá de las hojas heladas
de los encantados árboles asustados
fuera de la playa
lejos del funesto alcance
de la loca tristeza.
Sí, a bailar
bajo un cielo de diamantes
ondulando libre una mano
enmarcado por el mar
cercado por las arenas del circo,
con todo recuerdo y destino
profundamente hundidos bajo las olas
déjame que olvide el hoy
hasta mañana.
Que no nos invada el desánimo, ni la tristeza, huyamos de ella como podamos y sigamos día a día incansables en la difícil tarea que nos ha tocado. Ánimo Joaquín, pronto acabará todo y verás como ha merecido la pena. Todos y cada uno de nosotros te estaremos agradecidos porque en ti estamos representados.
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