Sin ningún pudor
Miguel Rueda Brenes
Parece ser que a la Federación Empresarial de Atención a la Dependencia (FED) las cuentas no le salen. En un artículo reciente se dice con relación a Ley para la Autonomía Personal que "la esperaban como el maná pero les está poniendo la soga al cuello". "Se ha pervertido el espíritu de la ley y la letra", dice la (FED), y es que se está imponiendo el cuidador familiar frente a la oferta de plazas residenciales hasta el punto de que no pocos mayores están volviendo a casa. Para colmo se está produciendo un trasvase desde las residencias privadas a las concertadas.
Las administraciones lo comprenden: "nos dicen que tenemos razón, pero que les sale tres veces más caro prescribir una plaza residencial que pagar a un cuidador informal".
Uno, que es tetrapléjico, se queda pasmado. Está claro que esta ley se ha hecho de espaldas a los afectados. Las encuestas son claras: la inmensa mayoría no quiere saber nada de residencias. Hay que concluir que la ley nació perversa; utilizando a mayores y discapacitados como materia prima para dinamizar la economía, pero sin aportar instrumentos para que este colectivo discriminado pudiera ejercer plenamente sus derechos ciudadanos. Se pasó de puntillas por la figura de la asistencia personal, ampliamente implantada en países de nuestro entorno. Generadora de empleo social y directo, creadora de riqueza y favorecedora de la igualdad de oportunidades. Ideal precisamente en tiempos de crisis. El 12 de septiembre hay convocada en Madrid una nueva marcha por los derechos de las personas con diversidad funcional. Allí estaré.
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