Hoy la sociedad es muy distinta. Constituimos un pueblo que avanzó gracias al esfuerzo colectivo de la sociedad y no precisamente por la diligencia de la Monarquía borbónica, como nos quieren hacer pensar. Reiniciar aquel mismo camino carece de sentido. Muchas cosas han cambiado desde aquel 14 de abril de 1931, otras se muestran inalterables. Algunas han sido superadas, otras quedan pendientes para un mañana mejor. Desde esta percepción, sin nostalgia pero con el reconocimiento a la dignidad y a la memoria de cuantos defendieron estos avances, somos muchos los que entendemos que aquel espíritu innovador del 14 de abril también nos pertenece y lo reivindicamos: El impulso a la enseñanza, el estado laico, los derechos emancipadores de la mujer, la incipiente reforma agraria, todos los avances sociales y políticos. Muchos de estos valores, 78 años después, necesitan una nueva y constante apuesta.
¿Recordar aquella fecha y reivindicar sus valores será motivo para que se nos acuse de reincidir en la división? Siempre lo hicieron así, la caverna es así de arrogante. No le basta con los cuarenta años de persecución franquista ni con los treinta de olvido calculado. El republicanismo de hoy apuesta por la tolerancia, el respeto y la convivencia, reivindicando aquellos valores de la II República que hoy tienen plena vigencia: derechos de igualdad entre hombres y mujeres, reformas sociales, la cultura como parte integrante de la justicia social, desarrollo descentralizador que hoy llamamos autonómico, separación de Iglesia y Estado…
Aunque los dos intentos republicanos anteriores acabaron aplastados bajo la represión de los militares y con los republicanos represaliados, cuando llegue la Tercera, no habrá insurrección que la detenga.
Mañana siempre habrá un 14 de abril. ¡Salud!
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