Por Mª Ángeles Sierra
El poder de los menos sobre los más, cada vez es más asfixiante. La línea divisoria entre lo asumible y lo inasumible ha sido traspasada sin decoro y sin decencia por parte del bipartidismo imperante, siempre al servicio del poder y del dominio del desalmado, embrutecido y descarnante sistema capitalista que ya no guarda reparo ni en engullirse a si mismo.
Mientras cientos de miles de ciudadanos ya han tocado el profundo fondo de una insostenible crisis económica, devastadora, frustrante, desmotivadora y discapacitante, estamos aún por ver desde la misma profundidad la verdadera crisis de eso que algunos maestros del birlibirloque han dado en llamar, el Estado de Derecho, cuando cada vez es más palpable que en este Estado ya no nos asisten a los ciudadanos, ni uno solo de los supuestos derechos establecidos.
Los cada vez más empobrecidos y embrutecidos medios de comunicación, siempre al servicio lacerante del cada vez más menguado poder bipartidista establecido, intentan incesantemente a través de sus pantomímicos personajes, -adscritos de forma directa o indirecta, como no podía ser de otra manera, a sus partidos-, hacernos ver que esto se limpia ocultando la perversión y sacrificando a cuatro de sus expiatorios chivos, sacados, -como no-, de su manada de insaciables lobos enfurecidos.
Se me vienen dos casos que están hoy a la orden del día en todos los medios de comunicación, con los que por cierto, nos tienen muy distraídos, tras los cuales gravita un mismo principio: La corrupción. El caso de Urdangarín y el de Garzón, al parecer dos ciudadanos muy pillos, que al final no están siendo más que tapadera de cuantos vienen moviendo los hilos.
La pasta gansa y pública que el Sr Urdangarín se cobraba por meros informes plagiados de internet y elaboración de proyectos inasumibles, entre otras muchas imposibilidades, es sin duda indecente pero no más, que la misma pasta gansa obtenida en similares circunstancias a través de muchas organizaciones de renombre de este país a las que nunca se investigará y de las que nunca se dirá nada. ¿Cuántos proyectos millonarios conveniados con organizaciones a través de administraciones, nacionales, autonómicas y locales se han perdido en los cajones del olvido? ¿Durante cuantas décadas? ¿Quiénes fueron los chupópteros y los tiralevitas que los auspiciaron? ¿Seremos capaces de cuantificar siquiera el volumen de los fondos siempre públicos malversados?
¿La sentencia por prevaricación de las escuchas llevadas a cabo por Garzón, a cuántos, desde cuando, hasta cuando, por cuantos jueces en España, se viene practicando?
No seré yo quien defienda a la contra, lo que al parecer ya está probado pero ¿por qué estos dos personajes y ahora? ¿Cuánta mierda se esconde debajo? ¿Es acaso esto reflejo de la ejecución a través no del garrote vil, sino del vil garrotazo sobre dos de sus mismas marionetas para seguir operando, robando, engañando mientras aparentan los mismísimos pecadores que están libres de pecado? ¿A qué viene tan incomprensible escándalo mediático?
A ver si va a ser que manchando solo a dos, subsisten, se olvidan y se perdonan el resto de los pecados. Si es que ha de ser así… ¡Dios nos pille confesados!
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