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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







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domingo, junio 05, 2011

Rajoy quiere auditar otras autonomías sin mirar en las que ellos dirigen.

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Las crisis del Consell



Jesús Civera


Tras vencer por mayoría absoluta —un mero trámite, dada la hegemonía social—, el Consell de Camps ha de capear varias crisis. La primera es la desesperada situación económica. Bajo un déficit colosal y una deuda insostenible, ni siquiera puede afrontar los pagos a los proveedores. Sucede lo mismo con los ayuntamientos, de un signo u otro: están ahogados por la recesión. A diario, los empresarios vocean las flaquezas de la administración valenciana, cuando antes sólo pedían responsabilidades a Madrid. El giro dimana de su angustia y de las flaquezas del Consell, pese a su marmórea victoria. La bandera que levantan no ha de difuminar otra evidente. El Gobierno juega a la deslealtad y niega lo que debe a las autonomías para trasladar parte de su déficit hacia ellas: sus mensajes diarios van en esa línea, los pronuncie Salgado o el gobernador del banco de España. Las autonomías están siendo estigmatizadas bajo un discurso demoledor.


El Consell habría de tomar medidas impopulares, como las anunciadas por Mas y Valcárcel y las ejecutadas por Zapatero, sin dejarse arrastrar por los sucedáneos que pretenden dormir a la opinión pública y tranquilizar las conciencias populistas: menos coches, menos sueldos, menos conselleries... Al margen de las eternas demagogias, el punto caliente se halla en la posible mutilación del gasto social, que representa más del 80% del presupuesto de la Generalitat. ¿Y quién se atreve recortar en sanidad y educación? ¿Quién se decide a menguar el Estado de Bienestar? Quizá no haya más remedio que amputar algunas de sus pieles, pero los gobiernos se resisten. En el decálogo que presentó Rajoy el otro día, el tijeretazo se desvía hacia las ramas de ese tronco madre, sin apenas rozarlo. Se dilata la solución. Los mandamientos de Rajoy estaban en el programa electoral de Camps –la única autonomía en la que gobernaba el PP que los introdujo entre sus promesas– y ayer fue Vicente Rambla el encargado de presentarlos de forma oficial en sociedad. Rambla está llamado a ser el conseller de la «austeridad», por experiencia y eficacia. A él se le confiará, muy probablemente, la coordinación del llamado «tijeretazo». ¿Son suficientes esas medidas, que han salpicado el debate desde hace varios meses y que se hicieron públicas en el documento electoral del PPCV? El universo entero sabe que no. Que la peste de la crisis lo ha arrasado todo y que el Consell pende de un hilo, de ese mismo hilo en el que oscilan los ayuntamientos: la falta de liquidez y los incumplimientos en los pagos.


De cómo se responda a esa circuntancia, se pondrá de manifesto la otra crisis derivada de ésta: la política. La quiebra política está encadenada al negro futuro financiero del Consell, muy por encima del caso Gürtel, que es el otro gran elemento de distorsión de esta legislatura. Los tribunales tienen la palabra, no sólo en el caso de los trajes sino en el de la posible financiación irregular del partido. Y cuando un gobierno se ha de someter a la agenda del juez, su fortaleza siempre está en cuestión. Aun así, el caso Gürtel es individual, si se me permite el atrevimiento. Tal vez se marche Camps u otros miembros del gobierno: el PPCV tiene suficiente cuadros para sustituirlos. El otro temblor, sin embargo, es el que ha de preocupar, porque es estructural, y sus repercusiones pueden afectar a línea de flotación política del Consell. Con Rajoy en la Moncloa, será difícil inclinar sobre su balanza las deficiencias de esta autonomía. El seísmo económico puede acabar en crisis política. Si el PPCV no se prepara para afrontar ese posible escenario y reparar las vías de agua del Consell, pecará de entusiasta. Y no sé si Camps está en condiciones de tejer la red de complicidades necesaria, en el partido y en las afueras, y de centralizar la decisión política, para encarar ese oscuro horizonte. La primera jugada de la partida, que se celebra en un escenario incierto, la tiene el presidente en la configuración del Consell. ¿Cuál será su respuesta?



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