Nunca en Valladolid habíamos presenciado, al menos desde mi generación un movimiento tan enriquecedor, participativo, económico –por su presupuesto cero- y dinámico como el que se ha generado con el movimiento 15M. Pero esto no agrada a quienes dicen representarnos y no nos representan. La plaza de Fuente Dorada, más conocida ya por los asiduos, como Plaza 15 de Mayo, se ha convertido en una fuente inagotable de intercambio de conocimientos, de opiniones y de cultura sin precedentes. Comisiones de trabajo, acciones asamblearias al aire libre compartidas y participadas por los ciudadanos; realización de charlas informativas que efectúan diferentes intelectuales de forma altruista; actividades filosóficas, literarias o lúdicas; exposición de documentales y cine al aire libre o celebración de conciertos de jóvenes y reivindicativas promesas, han convertido a la ciudad en un motivo de esperanza.
La responsabilidad individual, el libre y particular compromiso, el orden, la limpieza, el respeto, el pacifismo, la cultura, el humanismo y la defensa de la libertad, son los únicos colores de una intangible bandera de ciudadanas y ciudadanos, que tras un lento despertar y después de haber visto el grueso de nuestros más elementales derechos pisoteados, nos denominamos indignados.
Pero esto no pueden entenderlo, ni nuestro alcalde, ni nuestros impuestos desde la trampa electoral, mandatarios, desde el momento en que siempre se han concebido como dueños de las acciones independientes de un grupo de ciudadanos cosificados por unas tendencias políticas que además de obsoletas, está probado que no funcionan.
Nuestro “sempiterno” alcalde cuya mayoría absoluta, ha sido aplastante y no por número de votos recibidos sino por la treta electoral de la desmovilización que dictamina que en el país de los ciegos el tuerto es el rey, -sin importar si es mayoritario o ínfimo el porcentaje electoral recibido-, ha tardado poco en tomar posesión de su cargo y en declararnos a cuantos participamos directa o indirectamente de este movimiento como ciudadanos non gratos, haciendo alarde una vez más de su jactanciosa prepotencia y diciendo públicamente que ya sabe quiénes somos y estamos todos controlados o fichados.
Su amenaza, como no podía ser de otra manera, ha sido clara: en breve y porque así lo manda La Santa Inquisición de la que al parecer nos han sobrado evidencias de que procede, instará al desmantelamiento de la Plaza para devolver la “normalidad” a la ciudadanía.
Y no han tardado en aparecer los ya primeros conatos, cuando ayer mismo en medio del concierto con que los geniales Rumb€ros a unas 9:30 de la noche nos estaban deleitando, dos agentes municipales, con la excusa, que sinceramente no me creo, de que unos vecinos habían denunciado, se personaron en medio del acto, pidiendo las consabidas licencias y atentando de una forma legal, como no podía ser de otra manera-, pero atentando, contra nuestra libertad de reunión y cultural , con la que lejos de estar molestando estábamos enriqueciendo y vivificando desde nuestra espontánea participación, esa triste y desolada sociedad en la que los poderes públicos parecen estar empeñados. Y así, sin más y más por prudencia, responsabilidad, solidaridad y sensatez de los Rumb€ros, tras unos últimos cantos a la libertad, nos jodieron a más de 500 que allí estábamos, tan enriquecedor concierto y con ello la alegría de las calles y el sabor de unión del pueblo.
Aunque quiero ser optimista por lo sano y lo humano que desde el 15 de Mayo en mi ciudad estoy viviendo, me temo y muy mucho, que poco tardará el poder establecido en barrernos. Un poder, que por otra parte, ni necesitamos ni queremos.
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