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Mi punto de vista Es una fina ironía que esta columna de opinión se titule “Punto de vista”, cuando el que suscribe carece de ella. Aunque el sentido de la expresión es, empero, acertado, ya que la opinión no depende de lo que se ve sino, antes bien, de lo que se sabe o conoce sobre un tema. Y una persona ciega puede, sin lugar a dudas, opinar sobre cualquier asunto social, laboral, político, cultural o de cualquier otra índole, si posee suficiente información o elementos de juicio sobre ello. Dicho esto, quiero expresar mi deseo de ajustar de futuro mis torpes líneas de los lunes al sentido estricto del título periodístico. Es decir: quiero “opinar” sobre aquello que en cada momento atraiga mi atención.
Hasta hoy, más que opinar, lo que he hecho ha sido denunciar, criticar, reprochar y condenar conductas –dignas de ello- de los gestores políticos gobernantes municipales, provinciales o autonómicos del PP, relativas a la discapacidad y la dependencia. Creo necesario distanciarme de mis anteriores posiciones, frecuentemente demasiado apasionadas por cercanas, para proyectar- permítaseme la expresión- una visión más elevada y objetiva sobre el hecho opinable. También creo no ser ni haber pretendido serlo nunca el adalid ni el Quijote de ningún colectivo hermano de discapacitados. He plasmado una desbordante rabia ante intolerantes desmanes administrativos de los gobernantes valencianos, simplemente. Pero después de tres legislaturas congeladas por esas Administraciones valencianas en procurar el bienestar personal a los colectivos de ciudadanos con menos recursos, más débiles o hasta marginados, y de haber vivido el refrendo electoral de esos gobernantes que merecían –en términos taurinos- ser devueltos a los chiqueros, quiero poder opinar también sobre la conducta de dichos colectivos y sus líderes. No podré, por supuesto, desprenderme de mi ceguera para opinar, pero sí del apasionamiento y, aún más, hasta de mi ideología, sobradamente conocida. Antes que ciego y socialista quiero ser un ciudadano que opina.
Hasta hoy, más que opinar, lo que he hecho ha sido denunciar, criticar, reprochar y condenar conductas –dignas de ello- de los gestores políticos gobernantes municipales, provinciales o autonómicos del PP, relativas a la discapacidad y la dependencia. Creo necesario distanciarme de mis anteriores posiciones, frecuentemente demasiado apasionadas por cercanas, para proyectar- permítaseme la expresión- una visión más elevada y objetiva sobre el hecho opinable. También creo no ser ni haber pretendido serlo nunca el adalid ni el Quijote de ningún colectivo hermano de discapacitados. He plasmado una desbordante rabia ante intolerantes desmanes administrativos de los gobernantes valencianos, simplemente. Pero después de tres legislaturas congeladas por esas Administraciones valencianas en procurar el bienestar personal a los colectivos de ciudadanos con menos recursos, más débiles o hasta marginados, y de haber vivido el refrendo electoral de esos gobernantes que merecían –en términos taurinos- ser devueltos a los chiqueros, quiero poder opinar también sobre la conducta de dichos colectivos y sus líderes. No podré, por supuesto, desprenderme de mi ceguera para opinar, pero sí del apasionamiento y, aún más, hasta de mi ideología, sobradamente conocida. Antes que ciego y socialista quiero ser un ciudadano que opina.
Ximo González.
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