Yo no soy amigo de Camps
A una incisiva pregunta de Mónica Oltra, portavoz de
Compromís en les Corts, Camps ha respondido que él
es amigo de los cinco millones de valencianos. Caray.
Bien, en mi caso puedo afirmar rotundamente que yo
no soy amigo de Camps.
Es más, le he saludado en contadísimas ocasiones y, que yo recuerde, sólo he hablado en privado con él una vez: participamos en un debate radiofónico y, a la salida, me dijo con ese desparpajo fúnebre que gasta: "Manolo: ¿crees que yo no sé que el valenciano es catalán?, pues claro pero no querrás que lo diga en público". Mis amigos suelen ser bilingües, pero no de esta especie. También suelen ser más simpáticos. Por lo demás estoy seguro de que él ni sabe quién soy. Y como eso le sucede con la gran mayoría de los valencianos y valencianas, habrá que concluir que, desde su perspectiva, todo lo más, es como el presidente de una Asociación de Amigos de los Animales, que nos cuida y nos protege hasta donde le deja su tiempo libre. Y sus otras amistades: las peligrosas y las piadosas, a la par. Así que le ofrezco una idea: que le encargue a Calatrava el primer monumento al "Amigo Desconocido". El triunfo y las comisiones estarían asegurados.
Apuntemos su respuesta, en fin, en la nómica de huera retórica que suelen gastar los políticos del PP desde que se les ha pillado con los dedos metidos en el frasco del azúcar. Como los gabinetes de imagen deben echar chispas y, además, deben estar en prácticas porque los de antes están a punto de llevar el marketing del sistema penitenciario, les pasan esas cosas. Y como Camps y los suyos andan con el corazón encogido porque los han cogido, pues suplen sus carencias afectivas con hemorragias de fraternidad. Es lo que pasa por ser "forever young" con vejez prematura. No me extraña que venga a Alicante y haga una rueda de prensa para anunciar que lo de la Volvo está en el aire y no en el mar, aunque la voluntad es mucha. La verdad es que más le valdría quedarse quieto, no sea cosa que en la próxima salida, con el obispo bendiciendo y el Rey sobre las aguas, irrumpa la policía judicial a preguntar que de qué va aquello y que dónde están las facturas del reloj y de las cuchipandas. Este hombre, ay, necesita más amor y menos ocurrencias. Que es que no aprenden.
En conjunto me parece que este delirio no le aventura nada bueno. Quizá el PSPV corra a auxiliarle con algún nuevo pacto o algún trasvase, pero no creo que al conjunto de la sociedad le conmueva en demasía este temblor del alma. Ni siquiera a sus votantes más convencidos, acostumbrados a la movilización a golpe de pito y paella y no a este patético SOS. Por otra parte no sé qué pensarán sus auténticos amigos, que entre penitencia y penitencia, alguno debe haber. Porque, claro, una cosa es tener un amigo, aunque sea presidente autonómico, al que invitas a cenar y que te llama y te dice: "Oye, que llevo a un par de colegas", y otra cosa es que el susodicho se presente con cinco millones de personas. Pues no da gusto y casi seguro que no hay cubiertos de plata para todos. Y si encima tienes que estar pendiente de que tu honorable amigo no se los lleve.
Por eso no abusaré de esta generosa muestra de confianza y no le invitaré a casa. Casi prefiero a Solbes, que sabes que va a hablar poco pero que, al menos, está deseando irse y no se pondrá pesado. Porque imagínese usted que convidas al amigo Camps y te dice: "Oye, desgraciado: ¿me enseñas tu único traje?". Mal rollito. Pero, ¡cuidado!, es posible que persevere. Así que si llaman a su puerta observe por la mirilla: si ve a Camps con un pastel de orange, vestido de smoking color visita papal, y a Font de Mora, camuflado de monaguillo chino, llame inmediatamente a Garzón y, en la espera, para espantar las tentaciones, salmodie en voz alta aquel verso de Machado en que aludía a su pobre aliño indumentario. Si, por el contrario, es Cholbi tras cobrar el finiquito, ya se lo piensa, que debe ser que va a pedir para el Domund o para el Auxilio Social. Si es Cotino es que va a internarle en la clínica de algún familiar: hágase el sano. Si es Alperi es que es inocente -él, no usted-. Si es Fabra es que le va a vender lotería -no le compre-. Y si es Sonia Ortiz o Enrique Castedo es que le quieren hacer socio del Alicante -y ahí ya no me atrevo a aconsejarle, con lo que nosotros queremos a nuestras tradicionales señas de identidad-.
Tras componer el anterior párrafo entiendo por qué Camps busca nuevos amigos: su cuadrilla actual también es que da no sé qué. Y si no que se lo pregunten a Ripoll. En fin, dicen por ahí que hay crisis y paro y que muchas gentes están que se suben por las paredes de rabia, miedo e impotencia, un cóctel peligroso. Pero los cuarenta principales de esta tierra han de dedicar su tiempo a ocultar papeles, decir idioteces y exaltar la amistad. Y llamar a su sastre. Qué desastre.
* Manuel Alcaraz es profesor de Derecho Constitucional de la UA.
Yo tampoco soy amigo de Camps
Y también lo puedo asegurar con absoluta rotundidad, pues hasta hoy mismo selecciono en plena libertad, quienes son mis amigos y afirmo que, todos ellos y a pesar de su diversidad de pensamiento, tienen en común su honradez y honorabilidad; precisamente por eso son mis amigos.
Teuladí
1 comentario:
Eso es porque no eres sastre. ¡Qué desastre! Vamos,Enrique, que ni falta que nos hace jajajaja.
Sigue eligiendo con esos criterios que es lo que te hace aun más grande. Están los tiempos como para hacerse amigo de tiranos, tiralevitas y busca sastres.
Buen artículo el de Manuel Alcaraz.
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