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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







maito:%20msierrahoyos@gmail.com







































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domingo, marzo 29, 2009

El Consell de la Generalitat Valenciana parece haber renunciado a su obligación de gestionar y procurar el bien público,


ANÁLISIS






Antes de que cayera la que está cayendo, este Consell era un Consell cuya principal querencia eran los saraos: de la Copa de América a la Fórmula 1, pasando por la Volvo.




No creo que haya ninguna otra autonomía que tenga una empresa pública y dos vicepresidentes para ocuparse de "grandes eventos".



JUAN R. GIL


Pero con la crisis, los fastos han pasado forzosamente a un segundo plano y ha recuperado su lugar preferente la otra gran afición de Camps: los homenajes y la algaradas. Su gobierno no gobierna: se manifiesta. Y cuando no está protestando en la calle o en los púlpitos, está entretenido organizando actos para que las gentes de orden (empresarios y asimilados) puedan expresar públicamente su veneración por el líder: todos somos contingentes, sólo tú eres necesario, Paco, dicho con mayor o menor convicción y ardor patriótico hasta por gentes de criterio como Valenzuela.

La valenciana fue la comunidad que contabilizó un menor aumento del PIB en 2008, miedo da pensar en 2009. Es la más endeudada del país y la que presenta un mayor índice de fracaso escolar, al punto de que sólo Ceuta, como se ha sabido esta semana, registra más alumnos incapaces de conseguir ningún t ítulo que Alicante, lo que tiene sentido si tenemos en cuenta que Alicante es la provincia con más barracones en lugar de aulas de toda España. La atención sanitaria también aparece en el furgón de cola nacional en cuanto a medios y calidad. El paro, por último, crece muy por encima de la media estatal y la destrucción de empleo es aquí más rápida que en otros lugares.

Con todo eso encima de la mesa, con una radiografía que lleva años alertando de que ésta es una comunidad enferma por mucho que un magnífico maquillaje y un mejor marketing hayan conseguido que apareciera resplandeciente a l os ojos de los demás, Camps permite que su vicepresidente económico se borre de la fotografía y dedica a su vicepresidente político a hacer de apagafuegos, mientras esperamos a que el Tribunal Superior de Justicia decida qué hace con las acusaciones de malversación y cohecho que el juez Garzón y la Fiscalía Anticorrupción han puesto encima de la mesa en el llamado "caso Gürtel", un asunto que ha puesto en evidencia las hechuras del traje cuasi beatífico que el presidente se había ido confeccionando para presentarse ante los ciudadanos.

El PP tiene razón cuando acusa a Zapatero de haberse quedado paralizado por la crisis. Desde que ésta debutó con toda su intensidad, el Gobierno central ha perdido la credibilidad que tuviera, así como la iniciativa política: es un gobierno sonado, cuya necesidad de desviar la atención (Kosovo, por ejemplo) resulta lastimosa. Pero lo que ocurre en la Comunidad Valenciana no es que el gobierno esté bloqueado, es que no está: ha dimitido de su obligación de gestionar la cosa pública para procurar el bien común.

No se envían leyes a las Cortes y las que llegan se refieren a cuestiones menores. No se ha encargado al vicepresidente económico ningún plan de ajuste de nuestra economía para combatir con mayor solvencia la crisis, teniendo en cuenta que, aunque la recesión sea mundial, sus efectos se particularizan: tiene características propias en España y, dentro de ella, a su vez singularidades específicas en la Comunidad Valenciana, contra las que el Consell podría trabajar. Pero ya hemos dicho que el conseller de Economía se encuentra e n paradero desconocido. Tampoco se ha encargado al vicepresidente político la coordinación de iniciativas de todos los departamentos para configurar y sostener un programa integral de actuaciones. Pero ya se ha dicho también que la preocupación de Vicente Rambla, su dedicación prioritaria, es hacer de escudo humano del presidente frente a la oposición, los jueces, los fiscales y los medios de comunicación. De la labor durante estos años del otro vicepresidente, el teóricamente dedicado al bienestar social, Juan Cotino, mentor de Camps, lo único que ha trascendido de interés es que empresas vinculadas familiar mente a él obtuvieron concesiones de su departamento, una costumbre que comparte con el de Gobernación, Serafín Castellano. Y al conseller de Inmigración, Rafael Blasco, no le encargan en estos momentos preparar medidas para que un segmento de población tan en precario hoy no caiga en la desesperación ni el resto de la sociedad vuelque sobre él su frustración. No. Blasco para lo que está, según ellos mismos han dicho, es para ocupar su tiempo en diseñar estrategias que lleven al PP a arrasar en esta comunidad en las elecciones europeas de junio, a ver si consigue convertir las urnas en el Jo rdán que lava todos los pecados, incluso los del vestir. Y así podríamos seguir, porque no se conoce ninguna intervención seria, reseñable, de la consellera de Industria, ni de la de Turismo, y el de Educación está instalado en el disparate, pero con estas muestras basta.

Está bien salir a la calle para exigir que no se cierre el grifo del Tajo (aunque ya ni siquiera en las manifestaciones por el agua se siente seguro Camps, por eso se va de ellas tan pronto o ni siquiera va, para no escuchar lo del "trajes para todos") o reunirse para reclamar el Ave al único gobierno que lo está construyendo, cuando Aznar no colocó ni una traviesa y nadie rechistó. Pero el PP no puede pretender que esa sea toda la labor de su gobierno. Porque mientras el Consell no se da por aludido, las costuras económicas y sociales de esta Comunidad, con una depresión como la que atravesamos, están cada vez más cerca de reventar. Y si a Camps le parece esto demasiado exagerado, sólo tiene que contemplar la foto que este domingo domina la portada de INFORMACION. Aunque no lo crea, en esta comunidad que tanto m ola cada día hay más gente que come lo que encuentra en la basura que tiran los supermercados.


Personas rebuscando entre la basura los alimentos desechados por supermercados en la ciudad de Elda

Personas no habituales de la mendicidad, rebuscando entre la basura para recuperar alimentos desechados por los supermercados de la industrial y zapatera ciudad de Elda.

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