De maestro a maestro
Inclusión escolar |
02 / 2007 |
Un análisis de la inclusión escolar, normada por la legislación peruana, en un artículo publicado por la Sociedad Peruana de Síndrome de Down en su página web http://www.spsd.org.pe Desde una perspectiva jurídica, en el Perú se ha optado porque sean los centros educativos regulares quienes acojan a la mayor parte de los niños y adolescentes con discapacidad, propuesta que implica un esfuerzo concertado del sistema educativo. En este enfoque, no es el niño diferente, o con discapacidad, el que tiene que adaptarse a las escuelas y centros educativos (a sus ritmos, sistemas y estándares) sino que, por el contrario, es la escuela la que está en el deber de adaptarse a la diversidad. Los marcos normativos actuales son concluyentes en el sentido de estipular la necesidad de abrir los colegios regulares y romper las barreras físicas y curriculares que lo impiden, eliminando al mismo tiempo toda práctica de discriminación al interior de las aulas y escuelas. La inclusión es opuesta a la exclusión: se plasma en la existencia de una sociedad abierta, tolerante, que se enriquece con la participación de las personas con discapacidad en la vida económica, social y cultural del país. Las diferencias nos asustan. Mientras algunos las enfrentan e incorporan, la gran mayoría hace de ellas un pretexto para marginar, discriminar entre "ellos" y "nosotros". El objetivo es remontar y cerrar distancias injustificables que separan a unas personas de otras y promover una sociedad que acoja a todos los peruanos. La Ley apuesta por una sociedad donde las personas se sientan plenamente partícipes y las escuelas sean lugares amables y libres de toda discriminación. Propone un sistema educativo que se construye sobre la convicción de que la palabra progreso no tiene ningún sentido mientras existan límites a la realización de las personas. Garantizar que aprendan No basta abrir las escuelas y hacerlas accesibles, es necesario asegurar los resultados del aprendizaje de los estudiantes con discapacidad incluidos en ellas. Es indispensable dar cumplimiento al mandato de la Ley de Educación de garantizar a todos una educación de calidad. Esto implica, por lo menos, dos cosas. En primer lugar, es necesario distinguir el tránsito de un grado a otro de la evaluación de aprendizajes. El primero debe estar de acuerdo a la edad del estudiante y el segundo de acuerdo a las capacidades alcanzadas. Esto significa que, un estudiante de 12 años con discapacidad intelectual, por ejemplo, debe cursar estudios en el grado que le corresponde a su edad (primero de secundaria) y que el programa curricular de ese grado debe adecuarse a sus capacidades y habilidades. Esto ya está reglamentado, estando establecido que los estudiantes con discapacidad deben tener un currículo adaptado a sus necesidades e intereses y conforme a ello ser evaluado, usando diversas formas y lenguajes; debiendo ser promovido de grado de acuerdo con su edad normativa. En segundo lugar, la escuela debe hacerse responsable del progreso del niño y dar cuenta de sus logros. Hasta el momento, la evaluación de la experiencia de integración en el Perú es positiva en el sentido de motivar a las escuelas a abrir sus puertas, vencer la desconfianza de los maestros para atender la diversidad. Se han registrado progresos y avances en los procesos de socialización de los niños integrados, y un beneficio general para los niños que, sin tener discapacidad, presentan dificultades de aprendizaje. Se ha registrado, asimismo, una reducción de los prejuicios imperantes en la escuela y una mejora de las formas y cultura de convivencia. No obstante, no hay claridad sobre los logros de aprendizaje realmente obtenidos por los estudiantes incluidos. El que un estudiante con necesidades educativas especiales aprenda diferenciadamente, no impide que la escuela y los docentes le enseñen, de la mejor manera posible, y desarrollen plenamente su potencial. Ello trae consigo la necesidad de que, no sólo el sistema, sino los docentes que constituyen su nervio central, acepten la diversidad humana como un hecho previo y positivo, y dispongan de un repertorio de herramientas y estrategias de trabajo para desplegarla. Simultáneamente, es necesario promover experiencias inclusivas exitosas, que tengan un efecto demostrativo en lo pedagógico, y sean soporte para un cambio cultural de mayor envergadura. La diversidad entre los seres humanos es grande y hay lugar en el mundo para todos con igualdad de derechos. No olvidemos que la sociedad a la que aspiramos está hecha del aporte de todas las personas que, al margen de sus diferencias y particularidades, conviven en armonía y construyen bienestar. |
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