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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







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domingo, octubre 25, 2009

En lucha contra el estigma en salud mental

Por Walden el Nikosiano

Saludos a todos-as aquellos-as que se hayan detenido en esta causa:

Se conoce como estigma a todo aquella etiqueta que representa un rechazo por parte de la sociedad hacia un sujeto, en tanto que este sujeto pertenece a un grupo determinado de la sociedad.

Diría, y me baso en la pura y llana experiencia personal, que una persona diagnosticada en el ámbito de salud mental carga con un peso, que va más allá del sufrimiento que conlleva el trastorno propiamente dicho o la medicación y los efectos secundarios que esta representa. Cuando uno es diagnosticado de depresión su entorno mas directo puede pensar que el afectado es un vago, cuando el diagnostico es de bipolaridad puede pensar que el afectado es incontrolable y, del mismo modo, en un caso de TLP puede pensar que que solo quiere llamar la atención y hacer sufrir a su entorno más directo. La cosa por desgracia no se queda aquí. Cuando el diagnostico es de esquizofrenia el pensamiento más común, el que pervive en el imaginario colectivo de nuestra cultura desde hace mucho siglos es el de peligrosidad, al ser esta (la esquizofrenia o los síntomas que se relacionan con este diagnostico) pensados como impredecibles y por tanto potencialmente peligrosos.

El desconocimiento sobre la locura -a partir de ahora la llamare así- sea del tipo que sea es enorme. La ciencia se esfuerza por encontrar causas, pero hasta el día de hoy solo encuentra hipótesis, de lo que se desprende, con una lógica casi matemática, que es lógico que que no hayan encontrado cura para dichos males sino paliativos que cronifiquen el mal, eso si, haciéndolo más llevadero, para los afectados tanto en primera como en tercera persona.

El loco, los locos como yo, somos vistos como peligrosos, por nuestra tendencia a salirnos del discurso oficial, por nuestra facilidad para movernos en los horizontes que desdibujan los limites y de-construyen conceptos como el de normalidad, relativizándolos, intentando desnudarlo de sus ropajes artificiales, sus modas, sus tendencias, sus falsas creencias y concepciones.

La locura es difícil de describir, porque existen tantas locuras como sufrimientos. Partiendo de la premisa budista que reza: "nosotros somos uno, somos todo, somos nada", existen tantas esquizofrenias como individuos, tantas bipolaridades como circunstancias, tantos trastornos como certezas.

A modo de ese junco que es doblegado por el viento pero extiende sus raíces de forma firme y profunda, el ser humano, más allá de cualquier diagnostico circunstancial debe hacer un esfuerzo para hacer crecer sus raíces en el campo del respeto y la comprensión. Para ello es necesario de un saber mirar, de un saber escuchar. La empatía hoy en día, en una sociedad que tiende cada vez mas hacia los individualismos más extremos, se convierte en una herramienta necesaria, una cualidad que hemos de fomentar, para poder comprender los retos y necesidades de un mundo que se escapa siempre, como el correcaminos, del afán de control.

La diversidad de pensamiento es, si se muestra la predisposición necesaria, la mayor riqueza de la humanidad. La locura en la inmensa mayoría de sus casos se puede pensar como aquellos ideales que, silenciados por el rechazo, por el aislamiento, por la soledad, como una bola de nieve que mientras descendía por la ladera del monte crecía en un discurso antes que desestructurado sería más correcto denominarlo solipsista.

El loco no es peligroso en tanto que es loco, y en tanto que es humano resulta menos peligroso que una persona absolutamente cuerda. Aprendamos a comprender más allá de las noticias que deforman la realidad que existe entre la locura y la peligrosidad (sólo un 3% de los delitos cometidos en Europa son cometidos por personas con trastorno mental) aumentando así el estigma y la carga de las personas que, como yo sobrellevamos el peso de un diagnostico y de una horrible etiqueta. No tengamos miedo de nuestra locura, ni la veamos como extraña, todos cuadramos en algún síntoma de los manuales de psicopatología, la locura, como representaban los antiguos bufones, era el último reducto del pensamiento libre e individual.

Seamos individuos libres y liberemos en nuestra locura sana en estado puro.

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