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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







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domingo, octubre 25, 2009

La conspiración estaba en casa

 

Levante-EMV.com » Portada de Castelló

PP valenciano

Camps y Ortiz, empresario de la construcción que figura implicado en el caso Gürtel

Francisco Camps, se encuentra que desde el interior de su propio partido le están moviendo la silla.

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La crisis generada por el caso Gürtel y por la destitución del secretario general del PP, Ricardo Costa, ha generado una oleada de reuniones al más alto nivel orgánico: entre el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y el presidente provincial en Valencia, Alfonso Rus; o entre jefe del Consell con la alcaldesa Rita Barberá y el presidente provincial de Castelló, Carlos Fabra, por separado. Sin embargo, el hecho de que los tres presidentes provinciales —Rus, Fabra y Ripoll—mantengan un encuentro secreto sin la presencia de Camps para tratar de darle a él soluciones —las que no busca o no puede buscar el presidente— evidencia la extraordinaria debilidad política del titular de la Generalitat.

El encuentro privado mantenido el pasado jueves en Castelló por los tres presidentes provinciales puede tener como objetivo a corto plazo esa búsqueda de soluciones; pero también responde a la necesidad de estar preparados ante una hipotética caída de Camps a medio plazo si se complica el proceso judicial; la elaboración de un plan B ante el incierto futuro de Camps.

Esta estrategia de los barones territoriales cuenta, cuanto menos, con el aliento de la dirección nacional del PP. Génova, muy preocupada por la evolución del caso en la Comunitat y enfadada con Camps por la gestión de la destitución de Costa, mantiene como hoja de ruta su apoyo a Camps.

Pero si aparecieran nuevos factores —tal como se escudó Rajoy— que precipitaran la caída del jefe del Consell, la dirección nacional también quiere estar preparada. Rajoy no quiere dejar a la deriva uno de sus graneros de votos más estables; de ahí los recien­tes contactos con las tres direcciones provinciales como estructura sobre la que pilotar una futura crisis, cuando antes Camps era el único interlocutor de Madrid en la Comunitat Valenciana.

Así, al frente que tiene abierto el presidente Camps con la direc­ción nacional tras el cese de Costa se suma ahora el frente interno, aunque los barones defiendan que lo que pretenden es que sea el presidente el que lidere o autorice la búsqueda de soluciones a la situación del partido en la que se han puesto a trabajar... por su cuenta y al no mover ficha Camps.

Y ¿cómo ha reaccionado el jefe del PPCV ante los movimientos de su segundo escalón? Una muestra de que Camps se ha dado cuenta de que tiene que hacer algo o le moverán la silla fue el gesto del viernes de plantarse en la reunión del PP local donde se reeligió a Alberto Fabra como presidente local.

Un «efecto Garzón» en el Consell

Por otro lado, no se descarta que Camps esta semana intente dar un golpe en la mesa con una reunión de partido para visualizar que toma las riendas y dejar claro que él sigue mandando.

Pero al margen de la crisis de partido, dirigentes del PP apuntan a una necesaria remodelación del Consell como reacción a la pará­lisis institucional.

De un lado, ven necesaria la reducción de carteras en el Gobier­no con más miembros en la historia y tres vicepresidentes. Se necesita una estructura más ágil y coherente con los votos por la austeridad de todas las administraciones, opinan. Pero hay quien cree que, en la desesperada situa­ción de Camps, se la tiene que jugar apartando a los miembros del Consell contaminados por el caso, aunque sea colateralmente, como los vicepresidentes Vicente Rambla y Juan Cotino.

«Difícilmente puedes defender al partido cuando también tienes que defenderte a ti mismo; es lo que le pasaba a Ricardo Costa y eso te coloca en una posición de gran debilidad», reflexionan. Luego, tendría que apostar por nombres con credibilidad social incues­tionable, aunque no tengan carné del partido. Serían tres o cuatro referentes sociales, de los que 1 ó 2 de prestigio social; algo así como la operación Garzón que salvó a Felipe González las elecciones de 1993 cuando ya estaba acosado por los casos de corrupción.

Un golpe de efecto de este cali­bre permitiría abrir de verdad una nueva etapa política. Además, en el Consell debería haber alguien dispuesto a salir todos los días para llevar la iniciativa política y organizar la contraofensiva a los socialistas.

Otros responsables del PP descartan totalmente esta estrategia. «Los referentes sociales puedes buscarlos cuando estás bien; cuando estás mal hay que cerrar filas», concluye un cargo cercano a los barones provinciales.

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