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La irritación que no cesa
Se ridiculiza al otro y se repiten de manera insistente los eslóganes que llevan al miedo ante el Mal, acompañados con una clara demonización del adversario
Sí parece que hay una cierta epidemia de intransigencia e irritación, de abuso del insulto y la descalificación, de sustitución de las ideas por los sentimientos primarios y de utilización de las frases hechas que desacreditan al contrario sin necesidad de entrar en mayores análisis. Se ridiculiza al otro y se repiten de manera insistente los eslóganes que llevan al miedo ante el Mal, acompañados con una clara demonización del adversario al que se le achacan todos los males posibles.
Si usted ha pensado que estoy hablando de España, añado que las citas son, respectivamente, de un periódico de Chicago y del nobel Paul Krugman a las que añado la de Clarence Dupnik, el sheriff que ha llevado el caso de la matanza de Tucson, Arizona, y que se refería a "la retórica vitriólica que escuchamos día tras día en boca de algunas personas en el negocio de la radio y en el negocio de la televisión".
Repasando lo que algunas páginas de internet recogen de lo dicho por esas personas (http://www.fair.org/blog/2010/11/10/fox-news-the-no-1-name-in-murder-fantasies/) uno puede tener la tentación de asignarles un poder que probablemente no tienen: que dos cosas se produzcan a la vez no significa que una sea la causa de la otra. Se puede dejar en sencilla correlación, lo cual no exime a los tertulianos de su parte en el penoso espectáculo. Estas páginas la tienen tomada allí con la Fox como aquí la podrían tomar con el conglomerado de Intereconomía. Pero Spain is different.
De entrada, en España no hay un culto a la violencia como el que se puede encontrar en los Estados Unidos. Cierto que tampoco está muy difundida la "cultura de paz" a la que se refieren algunos colegas del mundo de la "investigación para la paz". Basta ver las diferencias en la reacción ante el 11-S y el 11-M. Las mentalidades son diferentes. Pero es que, además, el grado de crispación es también distinto. Cierto que aquí hay contextos en los que es preferible no tratar algunos temas ya que es más que probable que la gente se exalte por encima de toda racionalidad. Y también es cierto que hay gente que insiste "con ocasión y sin ella" en determinados temas, obviando otros o que comparte, casi de forma compulsiva, los power points o youtubes que abonan sus puntos de vista sin tomarse la molestia de ver el mundo desde otras perspectivas. Pero, a lo que parece, aquello es mucho más fuerte porque, además, está adquiriendo una masa crítica que aquí no ha alcanzado en los sectores paralelos a los de allí. Y, sobre todo, aquí no hay un culto a las armas ni existe el derecho a llevar armas para la defensa personal que allí es constitucional.
Los tele- y radio-predicadores de aquí (y sus ecos en los diarios) difícilmente podrán ser acusados de lo que algunos les acusan en los Estados Unidos. Pero es porque las sociedades son distintas. A pesar de ello, las diferencias entre los predicadores de un lado y otro del Atlántico no son tan profundas. Algunos rasgos se comparten: el desempleo, la facilidad para echar la culpa de todo a los inmigrantes y lo útil que resulta tener un presidente al que poder colgar cualquier sanbenito que se le pueda ocurrir al predicador. En el caso estadounidense tenemos a un negro y socialista, que son cosas que en los Estados Unidos constituyen un insulto. Su nacionalidad y su religión se discuten: tal vez no nació estadounidense y probablemente sea musulmán como su padre negro. De Zapatero, ¿qué voy a decir? He escuchado lo de "mentiroso compulsivo", "indigente intelectual", "delincuente". Vaya con la conjunción planetaria...
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