Por Rogelio Diz
Normalmente tengo la suerte de no necesitar los servicios del Consulado General de España en México más que para renovar mi pasaporte, y esto ocurre cada diez años. Ya que mis recuerdos sobre esta Legación Consular fueron siempre temas para olvidar, pareciera que los funcionarios que ahí trabajan (los que son españoles claro) estuvieran purgando un castigo y vieran en nosotros los ciudadanos un lugar donde descargar todas sus frustraciones. O bien, que el departamento de recursos humanos sea el mismo que el de Iberia, donde desde los que trabajan tanto en los aeropuertos como las azafatas de los vuelos fueron escogidas en base a su mala cara y mala leche de los que tenemos el infortunio de que encima de tener que pagar el billete, el tener que soportar su mal trato, prepotencia y amarguras. Se muy bien que debe haber excepciones, desgraciadamente yo siempre me he encontrado con la cara más amarga de la moneda.
Quizás por eso, llegue a pensar que después de seis o siete años que no iba por ahí, las cosas habían cambiado, y efectivamente cambiaron ¡pero a peor!
Acompañaba a mi hija para hacer varias gestiones como son el renovar su pasaporte y tramitar la nacionalidad de mi nieta, al llegar nos encontramos con una larga cola para entrar al edificio, todo esto a la intemperie y en época de lluvias. Mientras esperábamos me pude dar cuenta que muchos de ellos no eran españoles, unos venían para pedir información sobre universidades o situaciones para legalizar su estancia de trabajo, otros eran simplemente trabajadores de agencias de viaje que tramitaban diferentes documentaciones para sus clientes y españoles o descendientes de estos que como nosotros necesitaban resolver algún tramite de nuestra Legación Consular.
Solamente había un encargado de seguridad que se acercaba a la fila y de mala manera nos emplazaba que de diez en diez pasásemos a la entrada para identificarnos y entrar por un arco magnético de seguridad.
Cometí el error de decirle a este personaje, que además era mexicano, si los españoles en nuestra embajada no tuviéramos alguna ventaja, a lo que me contesto: ¡aquí no hay excepciones, a mí me es igual si usted es español o chino!
En el siguiente turno de diez, nos toco a nosotros entrar en ese pequeño espacio, donde a gritos este personaje nos decía que debíamos entrar con los documentos en la mano y solamente quien tenia que hacer el tramite, todo esto de forma prepotente y llegando a decirle a personas de edad que se apuraran mientras que otros, principalmente los gestores de agencias de viaje entraban como Pedro por su casa, así que mientras me quitaba el cinturón y las llaves para pasar por el arco magnético y que mi hija con los documentos ya había pasado, volví a decirle que esa no era manera de tratar a las personas, él me pidió los documentos que iba a tramitar, le dije, que mi hija los llevaba en la mano. Entonces no pasa, me espeto y cuando mi hija trataba de regresar para darme algunos documentos, le dijo que no podía regresar, y tuvimos una acalorada discusión, pidiéndole su nombre para denunciarlo, a lo que se negó, y para evitar hacerme mala sangre, decidí esperar a mi hija en la calle.
Era tal mi indignación que volví a encararme con él y pedirle que llamara a un superior para trasladarle mis quejas, pasaron unos veinte minutos y apareció un español con el uniforme de policía nacional, el cual después de hablar primero con este personaje, salio a la acera y me dijo que cuales eran mis quejas, este hombre me oía sin escucharme, cuando termine, en vez de aclarar mis quejas solamente me decía que las normas no las ponían ellos, cuando quise puntualizarle sobre mi opinión, me paro en seco, diciéndome que el ya me había escuchado, y me repitió que las normas no las ponían ellos y que además tenían prohibido identificarse, yo trate de decirle que había formas de aplicar las normas, con amabilidad y educación o con prepotencia, y que veía muy mal que siendo español no se me permitiera la entrada a mi Legación, pero el tipo me dio la espalda y se encamino de nuevo hacia la entrada del Consulado sin oír y hacer caso a otras quejas de españoles que al ver y oír mis reclamaciones quisieron también hacer patentes las suyas.
Es curioso, en todos los aeropuertos, puestos fronterizos y terminales navales de todo el mundo, existen una entrada para sus connacionales y otra para los extranjeros, eso al parecer aquí ni lo conocen.
Tristes recuerdos aquellos de ¡manos sobre la cabeza y la papela en la boca!, así me sentí ante estos nuevos acólitos de la seguridad consular, donde no me permitieron sentirme entre paisanos, seria porque no lo son, luego se extrañan que cada vez podamos oír a más gente que no se sienta española.
Al parecer estamos abandonados por nuestro gobierno en el exterior, si es que somos personas normales, pues solamente te hacen caso si estas en el corredor de la muerte, o bien eres detenido/a con municiones y explosivos, es entonces cuando se llenan los foros de gente pidiendo la rotura de relaciones diplomáticas o las criticas a las autoridades locales acusándolas de corruptas y bananeras, más cuando son tus propias autoridades las que no te hacen ni caso. Al parecer tienes que ser un Pepe del Popular o la peluquera desnudista para ser considerado un español de Pro.
Rogelio Diz- Analista político
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