Lamentablemente, el Gobierno de la sociedad valenciana está muy enfermo. Viene padeciendo un cáncer antidemocrático terminal. Como mucho, le quedan 18 meses de vida. La cosa empezó el mismo día en que un señor, apellidado Zaplana, accedió al mando autonómico por una vía patógena, cual fue la corrupción de una persona que traicionó a su partido y a sus electores, una tránsfuga. Lo que mal empieza, mal acaba; y esta vez, acabará peor.
Desde aquella fecha aciaga, la única estrategia política de los gobernantes ultraconservadores valencianos ha sido socavar el asociacionismo y el vigor reivindicativos de nuestra sociedad; muy especialmente de los colectivos con discapacidad y mayores dependientes. Ejemplo de ello son: el papel neutralizador de la figura (decorativa) de la Defensora del Discapacitado y del CERMI-CV, así como los contactos clientelares del poder con algunos dirigentes del sector, más fáciles de convencer con promesas y subvenciones simbólicas. El objetivo se ha alcanzado: el sector está disperso y desunido. Por eso, afortunadamente, aparecen las plataformas reivindicativas, con sus marchas multitudinarias que son la mayor vergüenza y afrenta para la sociedad valenciana, ya que nunca debieron ser necesarias.
Pero ahí están, para reivindicar derechos; para denunciar las políticas nefastas de Camps y su equipo; y, si hace falta, para administrar la única medicina regeneradora del cáncer mortal del Gobierno Camps, el cambio.
Ximo González Sospedra
Exdiputado del PSPV-PSOE de Les Corts Valencianes
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