Todo parece indicar que Podemos es una fuerza viva dispuesta a ejercer su derecho a defenderse de quienes, con argumentos falaces, pretenden desmotivar a las bases que la están sustentando con brío y desacostumbrada ilusión; porque no es posible, utilizando las apolilladas amenazas de siempre (doctrinario marxista de sus ideólogos, populismo y otros epítetos tan poco amables como faltos de rigor), desmembrar la creciente ilusión de la maltratada ciudadanía. Si de verdad Podemos, como aseguran ciertos medios de difusión, no es más que el resultado de un prolongado hastío de nuestra sociedad ante la vileza política y la inoperancia institucional, el único antídoto existente no es la amenaza del populismo bolivariano sino la honestidad de la dirigencia política y, por ende, la correcta aplicación de la justicia. Porque cuando el temor de las masas ha alcanzado una determinada cota; cuando las necesidades físicas apremian y espejea la desproporción entre ricos y pobres, de poco sirven las recomendaciones mediáticas, las alertas de Rajoy ni la petición de perdón. (La auténtica disculpa es la que se ejerce sobre sí mismo, no la absolución del ofendido. Perdonarse a sí mismo, pero de verdad, significa comprender, que es lo que genera grandeza y enriquece al ser humano).
Quienes en su día luchamos en pro de las libertades -el efecto especular de la Transición iluminando el alma-, sentimos el futuro a modo de expresión lírica. Con la ingenuidad por delante, creímos que el cambio que estábamos viviendo nos llevaría no a un paraíso, aunque sí a un lugar donde poder conciliar un pasado oscuro con un presente motivador. Pero poco a poco fueron asentándose los vicios del dinero fácil, hasta que el descaro corruptivo y la insolencia de quienes se han creído a salvo de reacciones populares violentas, ha propiciado el estallido denominado Podemos; y en eso estamos, con nuevas ilusiones en medio de un pandemónium de voces violentas, lamentos y ora pro nobis. ¿Qué deseabais, que permaneciéramos impasibles, y a fuerza de perdones y de falsas esperanzas nos mantuviéramos a flote en un mar de despropósitos? Tiempo ha habido, más que suficiente, para que medrásemos todos juntos, los de arriba y los de abajo, sin puertas giratorias ni concesiones a credos religiosos. Ahora ya, desengañaos los fariseos, es tiempo de probar fortuna en otros puertos con el aval de la inocencia y la honradez. La singladura ha de ser penosa, somos conscientes de ello, pero creemos que merece la pena seguir sufriendo al amparo de ideas renovadoras. Entre Podemos y todo lo demás, la elección no nos ofrece dudas.
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