Congreso Nacional sobre Accesibilidad Universal
Por César Giménez Sánchez
Málaga
Los días 19, 20 y 21 de Septiembre se celebró el III Congreso Nacional sobre la Accesibilidad Universal. En él se dieron cita políticos y personal técnico de entidades nacionales, autonómicas y locales de toda la geografía española.
En un descanso entre ponencias, tuve la oportunidad de charlar con un participante de las jornadas que procedía de Jerez de la Frontera. Me explicaba esa persona que, para no producir un efecto rebote, se convocaban y premiaban proyectos que redundaban en beneficio de las personas con diversidad funcional, en lugar de castigar las realidades que, existiendo, discriminan a las personas que forman este colectivo.
Se trataba, añadía, de obtener una imagen positiva en lugar de una negativa de este grupo. En principio, la idea se me antojaba bastante buena. A la conclusión del congreso, esa iniciativa me olía de otra manera.
Admito y afirmo que fui bastante lento en percatarme del truco y de la falacia que representa. Parece que, para no producir un efecto rebote que puede perjudicar a ciertos colectivos, a la persona que circule a 200 km/h por una autovía no se le debe multar. En cambio se debe premiar a los conductores que vayan a la velocidad adecuada. Estas personas recibirán un caramelo por su buena manera de comportarse.
La lista resulta larga y tremendamente absurda, pero no me resisto a plasmar en unas palabras otro ejemplo: a partir de ahora a los ladrones que roben no se les castigará. Al resto de la población se nos colgará del cuello una medalla por no incurrir en delito alguno. En ningún caso se debe lastimar la honra del delincuente por mucho daño y dolor que haya causado.
Esta excelente propuesta se ha llevado al campo de las personas con diversidad funcional. El éxito lo estamos comprobando.
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